
Foto de archivo del bonitero vasco donde se investiga un presunto motín que 11 de los 16 tripulantes niegan
Once tripulantes del Beti Aingeru niegan las agresiones que denunció el armador y le culpan de vejaciones y amenazas.
Solo quienes estaban en el bonitero vasco Beti Aingeru saben qué sucedió realmente el pasado sábado, cuando entró en Gijón escoltado por la patrullera de la Guardia Civil Río Tormes tras recibirse una alerta por un presunto motín a bordo. El patrón y el armador, que también faenaba en el barco, contaron en Gijón que tres tripulantes amenazaron al propietario del barco y que dos de ellos lo agredieron, además de acusarlos de instigar la supuesta sublevación. Desde Pasajes, adonde viajaron tras dejar el pesquero, 11 tripulantes senegaleses los desmintieron y culparon al armador de maltrato laboral, vejaciones y amenazas.
La Guardia Civil ha tomado declaración a los dos responsables del buque, así como a los tres marineros denunciados, en calidad de investigados. Capitanía Marítima de Gijón ha inspeccionado el pesquero. CC.OO. ha solicitado que Capitanía e Inspección de Trabajo investiguen «las causas laborales del conflicto». Y el Juzgado de Llanes ha abierto diligencias para esclarecer lo sucedido.
Sin la mayoría de los 16 tripulantes que navegaban en él cuando ocurrieron los incidentes, el Beti Aingeru zarpó de Gijón a media tarde del martes. Desde la madrugada del miércoles permanecía atracado en Guetaria.
«Se negaron a trabajar»
Todo comenzó a las tres de la tarde del sábado, cuando la Guardia Civil movilizó a la patrullera Río Tormes al ser alertada de un presunto motín en el bonitero. Navegaba a unas 12 millas al norte de Ribadesella, pero regresaba a Gijón, donde había parado unas horas el viernes. Se encontraron a la altura de Villaviciosa. Tras comunicarse con el patrón, la Guardia Civil no intervino en el mar porque la situación a bordo se había «normalizado».
«Les llamé la atención hasta cinco veces porque se negaron a trabajar y uno de ellos me agredió y casi caigo al agua», contaba el armador al diario asturiano La Nueva España. «Hubo agresiones al armador en el puente; uno de ellos lo cogió por la cintura y lo levantó para tirarlo al agua, pero yo le cogí a él por los hombros, por dos veces, para que no pudiera tirarlo», según explicaba el patrón en ese medio.
«¡No, motín, para nada! Hemos aguantado años y años al armador porque queremos trabajar», relataba el martes un tripulante a la televisión vasca EITB. Acompañado de otros diez senegaleses que faenaban en el Beti Aingeru, añadía que las cañas con las que pescan «las tira al mar, y nos las cobran cuando hacen las partidas», refiriéndose al reparto de los salarios. «Cuando se enfada, nos saca toda la comida de la nevera y la tira al mar», contaba.
«No somos animales»
Por lo que explicaba otro marinero, después de 26 días pescando y entrando en puertos para descargar, le habían pedido al armador regresar a Guetaria, pero al ver que quería seguir faenando, se habrían plantado. Sería entonces «cuando nos tiran la basura encima, y dijimos “hasta aquí hemos llegado, no podemos más”».
«¿Quién puede trabajar y tener a alguien encima que te echa basura, que te amenaza con que tiene ganas de matar a alguien, que si no haces tal cosa va a matar… ¿Cómo vamos a seguir trabajando así? No somos animales», exponía otro marinero en EITB.
Fuente:lavozdegalicia.es
Deja una respuesta