LA OPINION LA CORUÑA

JUEVES 27 DE MAYO DE 2010

Marinerito, te guarde Dios

ANTÓN LUACES

Don Antonio Machado llenó sus ojos de Guadalquivir y vertió lágrimas de sangre en el madrileño Manzanares antes de sentenciar que a los españolitos venidos al mundo en la época, Dios debería guardarlos porque una de las dos Españas les helaría el corazón.

En la mar, a los marinos se les ha helado la sangre y su Colegio Oficial de la Marina Mercante (Comme) se ha marcado un mutis por el foro al mejor estilo valleinclanesco mientras Max Estrella y su amigo Don Latino (Luces de Bohemia) buscan un editor adecuado a sus necesidades económicas.

Es lo que dio de sí para los marinos civiles encuadrados en Aspromar (Asociación Profesional de Marinos de la Administración Marítima Española) la celebración, la semana pasada en Gijón, del Día Marítimo Europeo en el que ninguno de los 250 profesionales que conforman el colectivo ha podido hacer llegar su voz a un auditorio que, probablemente, esperaba algo de su experiencia en los debates y ponencias de tal celebración.

A diferencia del pronóstico de Machado, buena parte de la culpa de que los marinos mercantes de puente, máquinas y radio se encuentren en proceso de congelación, la tienen ellos mismos y no «la otra» España. Se han helado el corazón ellos mismos al no tener en cuenta que existe una parte interesada en la hibernación del marino para auparse desde una tecnología puntera a los puestos cimeros en la responsabilidad del buque que, si siempre fue del capitán, ahora éste es -a lo que se ve- un mero instrumento al que se fleta como si fuese una carga necesaria pero prescindible.

Primero fueron los oficiales radio. El siguiente paso fue el prescindir de personal de máquinas al autorizar la construcción de buques en los que el marino de puente puede realizar funciones hasta ahora sólo reservadas al de máquinas. Eximieron primero a los navíos del personal de radio y ahora hacen tres cuartos de lo mismo con el de máquinas. Y al de puente se le ningunea para situar en el podio no al que más galones tiene, sino al que ha convertido sus venas en el resultante de una ingeniería que comenzó hablando de construcción de buques y ahora les lleva a su manejo.

Tal cual Max Estrella del bracete de Don Latino.

No se supo defender la parcela que corresponde a los marinos (cuando en otros países es sagrada) y ahora se quejan porque ni siquiera los representantes de las Escuelas Superiores de la Marina Civil han estado presentes en esos debates en Gijón, algo que consideran como «una muestra de que la sensibilidad y el conocimiento del mundo marítimo no son tan completos como nos quieren hacer ver». Así lo apuntaron en la Asamblea anual de Aspromar, que se celebró el pasado 22 de mayo.

Aspromar se lamenta, el Comme calla y el marino deja que sus ojos viertan su añoranza de mar en los ríos de cauce urbano. El esperpento está servido.