En mayo del 68 ocurrieron muchas cosas. Algunas pasaron a la historia en mayúsculas, otras no. Entre estas últimas se puede incluir la segunda promoción de oficiales de Náutica, Máquinas y Radiotelegrafistas graduados como marinos mercantes de la Escuela Técnica Superior de Náutica y Máquinas. En aquel entonces eran más de 150, comparados con los menos de 50 de las últimas promociones, un descenso que revela las dificultades que tienen los jóvenes para hacerse a la mar. “No encuentran barcos”, se lamenta Manuel Mora, uno de los organizadores del homenaje a los 50 años de la promoción que se celebró ayer, un excepcional Paso del Ecuador.


La profesión de marino mercante ha cambiado mucho en los últimos cincuenta años, en el que las nuevas tecnologías como GPS o internet, ha desterrado las cartas de derrota o los instrumentos náuticos al olvido. En el acto, Alfredo Conde impartió al conferencia “Navegar onte, navegar hoxe.. “El sextante ahora es un adorno que se coloca en una estantería”, confesó Mora. Cómo ha cambiado la profesión fue solo uno de los tópicos que se tocaron en el acto contó con al presencia de numerosas autoridades, incluido el director general de la Marina Mercante, Rodríguez Valero, la secretaria general técnica de la Consellería do Mar, Isabel Concheiro, y propio alcalde, Xulio Ferreiro. Asistió también el capitán de navío Gonzalo Villar.

Homenaje
Los miembros de la promoción que pudieron asistir recibieron una metopa como regalo conmemorativo, y Julio Fernández-Argüelles donó un cuadro del pintor Argüelles a la Escuela. Sin embargo, el acto más significativo fue el homenaje a los capitanes del ”Urquiola” y del ”Zafir”, fallecidos en los naufragios de sus maridos, realizados por sus viudas, que descubrieron una placa en la plaza de Náutica.
Hundirse con el barco es quizá el mito paradigmático de una profesión salpicada de romanticismo, que evoca largas travesías, puestas de sol, tormentas y puertos exóticos, imágenes que tanta tecnología ha empañado. “Pero el sol se pone todo los días, y la mar se enfada a menudo –recuerda Mola–y al final, sigue siendo un trabajo”.

Fuente:elidealgallego.com