La fragata accidentada, tras su reflotamiento .

El Ministerio de Defensa nórdico renuncia a la indemnización de más de mil millones a cambio de una rebaja en los trabajos de mantenimiento.

El Ministerio de Defensa de Noruega y Navantia han sellado la paz con la que cierran la crisis abierta tras el hundimiento de la fragata construida en Ferrol Helge Ingstad. Aunque la empresa pública española quedó exonerada del accidente -que se produjo cuando la fragata colisionó con el petrolero TS Sola-, el Gobierno nórdico la demandó el pasado verano aludiendo que posibles problemas de estanqueidad habían favorecido el hundimiento del buque. Reclamó una indemnización de más de mil millones de euros.

Ahora, tras una mediación judicial, las partes firmaron un acuerdo que garantiza que la empresa presidida por Ricardo Domínguez continuará prestando servicios de sostenimiento y actualización de las cuatro fragatas restantes de la serie Fridtjof Nansen por un período de seis años. En esos trabajos y durante ese plazo, Navantia aplicará descuentos por un valor máximo de 47,5 millones de euros.

Las gestiones de mediación fueron supervisadas por el Tribunal de Distrito de Oslo, e implicarán el cierre de la vía judicial emprendida por las autoridades del país.

 «Me complace que este caso se haya resuelto mediante una solución amistosa», afirmó el ministro de Defensa noruego, Tore O. Sandvik. «Navantia ha sido durante varias décadas, y seguirá siendo, un proveedor importante para el sector de defensa noruego y para el sostenimiento de las fragatas», añadió. Además, auguró un futuro de intensificación de la cooperación entre las partes. «Ahora estamos deseando fortalecer las relaciones profesionales entre las partes en los próximos años», anunció.

El presidente de los astilleros españoles incidió en que el acuerdo «amplía nuestra colaboración con Noruega». Por otro lado, entiende que permite a la empresa poner su experiencia «al servicio de la defensa europea y la seguridad colectiva y demostrar nuestro compromiso con sus clientes.

Navantia, que fabricó en Ferrol en la década de los 2000 las cinco fragatas F-310 que estaban basadas en las F-100 españolas, lleva desde el 2013 acometiendo tareas de mantenimiento y actualización de los buques.

Periódicamente, personal de la factoría militar gallega se desplaza hasta el país nórdico para llevar a cabo distintos trabajos de apoyo al ciclo de vida de los buques, con los que asegurar que se mantengan operativos con las mejores condiciones posibles. Se trata de trabajadores que atesoran un gran conocimiento sobre estos barcos, ya que una gran parte de los mismos participaron en su fabricación.

El incidente

La fragata Helge Ingstad colisionó contra el mencionado petrolero en la madrugada del 8 de noviembre del 2018, después de que la dotación del buque confundiese las luces del barco con las de un objeto en el centro de tráfico marítimo de Fedje, ubicado en el fiordo de Hjelte. Como consecuencia del impacto se registraron heridos pero no hubo que lamentar pérdidas humanas. Sin embargo, el buque acabó totalmente hundido, y bajo las aguas permaneció alrededor de cuatro meses, por lo que fue necesario acometer unas tareas de reflote que implicaron un gasto de alrededor de 80 millones de euros.

Pese a que Navantia había fabricado las F-100 para la Armada española, las F-310 para Noruega y tres destructores de la clase AWD para Australia —todos ellos basados en las primeras y participaron como punta de lanza en distintas misiones internacionales—, el Gobierno nórdico achacó el hundimiento a «fallos críticos de construcción» que habían comprometido la seguridad del barco.

Se refería a problemas en el sistema de propulsión de las fragatas, que por otro lado ya habían sido descartados por la junta noruega de investigación del accidente en el 2021, que dictaminó que no habían sido determinantes para su hundimiento.

En ese mismo año, la comisión exoneró a Navantia de la responsabilidad de lo sucedido y repartió culpas entre el oficial al mando del navío, el petrolero y el centro de tráfico marítimo. Pero seis años y medio después, el Gobierno presentó una demanda por 13.300 millones de coronas noruegas, entonces por 1.100 millones de euros, el valor que podría tener la construcción de una nueva fragata para su Armada actualmente.

Un acuerdo que reconduce una estrecha relación de 25 años

La relación entre Navantia y la Defensa noruega se remonta a un cuarto de siglo, después de que en el año 2000, ambas partes firmaran el contrato para la construcción de cinco fragatas para su país. Entonces, fue el mayor pedido de exportación de buques militares firmado hasta el momento por los astilleros españoles. Presupuestado en alrededor de 1.100 millones de euros, las negociaciones para el encargo incluyeron también un exigente acuerdo de retorno económico en el país. Es decir, España se comprometió a efectuar compras por el mismo importe en el país nórdico y también a ejecutar parte de los bloques de los barcos en un astillero noruego con el que Bazán firmó una alianza.

A lo largo de estos 25 años de relación, Navantia ha mantenido y actualizado las cinco fragatas de la serie Fridtjof Nansen, y aunque ha habido más luces que sombras, ya se han producido otras discrepancias anteriores entre las partes con respecto a los buques, como los aludidos por la Defensa del país con respecto a la pintura elegida.

Sobre el terreno, los oficiales de la Armada nórdica siempre han valorado extraordinariamente el trabajo realizado por la empresa pública. Las Fuerzas Armadas del país tienen una tasa de rotación de sus efectivos muy alta, más frecuente de lo que sucede en España. Los trabajadores del astillero ferrolano pueden comprobar in situ —Navantia cuenta con una oficina en Bergen— la apreciación que tienen los mandos de las tareas realizadas en sus buques.

El acuerdo recién firmado aleja, por otra parte, una crisis reputacional a una firma que mantiene negociaciones en muchos países para la fabricación de nuevos buques.

Fuente:lavozdegalicia.es