Pepe Pérez fue marino mercante y construyó en tierra una casa con forma de embarcación a la que no le faltaba un detalle y que mostraba como lo que era: un museo.

El barco no está en el mar sino en el número 34 de la Avenida del Mediterráneo

Su buque, al que bautizó como Barco España, era y es un atractivo turístico más de Almuñécar. Hasta permitió visitarlo de vez en cuando, como si fuera un museo. En realidad lo era, porque en su interior había piezas extraordinarias. Su dueño y capitán, José María Pérez Ruiz, Pepe Pérez para todos los que lo conocieron, ha fallecido. Su barco sigue anclado en la Avenida del Mediterráneo, pero se desconoce si alguien se hará cargo de él.

Cuentan de Pepe Pérez que era un hombre peculiar, con un punto de poeta y cuarto y mitad de locura. Fue marino mercante y hace casi cincuenta años decidió hacerse una casa en la localidad de la costa granadina, donde su mujer ejercía de profesora. Con ella tuvo dos hijas y un hijo. Para que le recordara a la mar, convirtió la nueva vivienda en un barco en tierra al que no le faltaba ni un detalle, ni en la fachada (de 75 metros de eslora, que emulaba a la perfección el lateral de babor) como en el interior.

Allí se acumulaban todo tipo de objetos válidos para la navegación: un puente de mando con su rueda de timón, cabos, botes salvavidas, sextante, brújula, luces de fondeo… Los había comprado aquí y allá, en puertos a los que acudía cuando se enteraba que iban a desguazar una embarcación. Aunque también los hay de procedencia ilustre, como el Juan Sebastián de Elcano o el Gravina.

El Barco España está en la ruta que lleva a la concurrida playa de San Cristóbal, así que muchísima gente lo ve a diario. Lo ve y se fija, claro, porque llama la atención. Desde fuera no es posible apreciarlo, pero en la cubierta –que no azotea- hay una piscina y un huerto. Cuando sopla el viento, parece que se mueve y todo.

Ni cuerdas ni ventanas; cabos y portillos

«Va a seguir navegando hasta que yo me muera, y no me pienso morir», dijo en una entrevista a Canal Sur TV, uno de los muchos medios que se acercó en su día atraído por la curiosidad. De carácter afable, atendió a todos con desparpajo, pero también mostraba con orgullo sus mayores joyas y corregía a quienes utilizaban un lenguaje de andar por tierra. «Aquí no hay cuerdas, hay cabos; esas no son ventanas, son portillos».

Pepe Pérez también regentó un hotel en Almuñécar, donde organizó partidas de ajedrez y concurso de poesía. Los poemas, al final, se llevaban a un lugar conocido como Pisá de la Vaca, junto al Peñón del Santo, y se arrojaban al mar bajo la luz de las antorchas. Muy propio de él, recuerdan ahora quienes le conocieron.

También rememoran que era un ávido viajero, que plasmó en libros sus vivencias en el Camino de Santiago, y que también escribió sobre los encierros de San Fermín, que corrió en muchas ocasiones. El 9 de enero, Pepe Pérez murió y una de sus hijas se acordó de él y de los versos de Espronceda para despedirlo en redes sociales: «Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar. Hoy, viendo el amanecer, ha fallecido José María Pérez Ruiz, Pepe Pérez para los amigos, el jefe de máquinas de la Casa Barco, lo estamos velando en el tanatorio municipal de Almuñécar .Que la mar le sea leve. Descansa en Paz, tus hijos y familia que te quiere».

Fuente:abc.es