Los pescadores sobrevivieron sin combustible ni provisiones luego de una falla en su embarcación.

La Semar rescató a cuatro náufragos tras 30 días a la deriva en el Pacífico mexicano.
Perderse en altamar es uno de los escenarios más extremos a los que puede enfrentarse un ser humano. Sin acceso a tierra firme, sin comunicación y expuestos a las inclemencias del clima, los náufragos dependen exclusivamente de su resistencia física, su capacidad de improvisación y, muchas veces, del azar.
A pesar del avance en tecnologías de navegación y protocolos internacionales de seguridad marítima, este tipo de emergencias sigue siendo una realidad común, sobre todo entre pescadores de pequeña escala que operan en condiciones precarias.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hay alrededor de 39 millones de pescadores en el mundo a bordo de unos 4,56 millones de buques pesqueros, de los cuales el 82% mide menos de 12 metros y en su mayoría no cuenta con cubierta ni equipos adecuados de seguridad, comunicación o navegación. Las estadísticas muestran que la mayor parte de los accidentes y muertes ocurren precisamente en este tipo de embarcaciones, donde fallos de motor, caídas, incendios, naufragios o la falta de preparación para emergencias pueden resultar fatales.
Un ejemplo de esta realidad tuvo lugar en aguas del océano Pacífico, frente a las costas del sur de México. En ese lugar, cuatro pescadores fueron rescatados por la Secretaría de Marina Armada de México tras haber pasado 30 días a la deriva, una historia de supervivencia en condiciones límite que refleja los riesgos reales del trabajo en el mar cuando se navega con lo mínimo indispensable.
De acuerdo con un comunicado de prensa oficial emitido el domingo 01 de noviembre de 2015 por la Secretaría de Marina Armada de México, el rescate se llevó a cabo a 260 kilómetros al suroeste del puerto de Chiapas, en aguas del océano Pacífico.
Las acciones iniciaron cuando un avión de Patrulla Marítima tipo Persuader, durante un vuelo nocturno de vigilancia, avistó una embarcación menor cuyos tripulantes agitaban los brazos en señal de auxilio. En respuesta, se activó una operación de búsqueda y rescate, ordenando a un buque clase Patrulla Oceánica, que se encontraba en la zona, realizar un patrón de búsqueda para salvaguardar la vida humana en el mar.
Según lo detallado, el buque logró localizar la embarcación menor, identificada como “El Pregón”, una lancha azul equipada con un solo motor fuera de borda. En ella, se encontraban cuatro hombres, dos ecuatorianos de 26 y 42 años, y dos colombianos de 28 y 34 años, quienes presentaban evidentes signos de desgaste físico.
Los náufragos relataron que zarparon del Puerto de Esmeraldas, Ecuador, el 24 de septiembre con fines de pesca, pero el 1 de octubre, al quedarse sin combustible mientras intentaban regresar a puerto, quedaron a la deriva y fueron arrastrados por la corriente durante un mes completo hasta llegar a aguas mexicanas. Durante este tiempo, sobrevivieron bajo condiciones climáticas adversas y con recursos extremadamente limitados.
Una vez rescatados, el personal naval les brindó atención médica inmediata, además de suministrarles alimentos y bebidas. Según el comunicado, todos presentaban un cuadro clínico de deshidratación, aunque sin lesiones graves reportadas. Posteriormente, los cuatro hombres fueron trasladados a las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM) en Tapachula, Chiapas, para su resguardo y seguimiento conforme a los protocolos vigentes.
¿Cómo sobreviven los náufragos durante semanas en altamar?

La mayoría de los accidentes marítimos afectan a pescadores en embarcaciones pequeñas y sin equipamiento.
Aunque en el caso de los cuatro pescadores rescatados por la Marina mexicana no se documentó la forma exacta en que lograron sobrevivir durante 30 días, existen referencias útiles sobre cómo es posible resistir en el océano bajo condiciones extremas. La Revista Oxígeno, especializada en deporte y naturaleza, detalla que en las derivas de larga duración las prioridades vitales son tres: mantener la salud física y mental, asegurar la hidratación y buscar alguna forma de alimentación.
La deshidratación es uno de los primeros y más graves riesgos. En condiciones de calor, el cuerpo puede soportar un máximo de tres a cuatro días sin agua dulce antes de comenzar a colapsar, además, el agua de mar, debido a su alta concentración de sal, solo puede ingerirse en cantidades mínimas, ya que de lo contrario agrava la deshidratación.
En situaciones sin acceso a agua potable, los náufragos dependen casi exclusivamente de la lluvia. Muchas balsas de emergencia están diseñadas con sistemas para recolectar dicha agua, pero en lanchas como El Pregón, todo dependerá de la improvisación y de condiciones climáticas favorables.
La alimentación en altamar representa otro desafío, aunque según explica la publicación, una de las fuentes más accesibles es el plancton, que puede acumularse en las anclas flotantes y ser recolectado directamente. La pesca también es posible, especialmente si se cuenta con equipo de emergencia o se improvisan líneas.
Los peces suelen acercarse a las embarcaciones pequeñas buscando sombra durante el día o atraídos por la luz reflejada durante la noche; incluso los restos orgánicos como vómito o heces pueden atraerlos, aunque deben usarse con cuidado para evitar atraer también a tiburones, que además de ser un peligro ahuyentan la pesca.
Finalmente, la exposición prolongada al sol puede causar quemaduras graves, mientras que el frío y la humedad nocturna aumentan el riesgo de hipotermia, sumado a ello, la inmovilidad, común en embarcaciones pequeñas, puede provocar problemas musculares y circulatorios, por lo que es importante realizar movimientos simples o estiramientos. Incluso un baño controlado en el mar, sujeto a la embarcación, puede ayudar a regular la temperatura corporal y prevenir la deshidratación.
Fuente:infobae.com
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