
El 31 de mayo de 1995, trabajadores del mar tomaban el control del catamarán que enlazaba los puertos de Cangas y Vigo para reclamar el regreso de la flota pesquera al caladero canario-sahariano.
1995 fue un año movido en la comarca de O Morrazo. Un gran número de puestos de trabajo estaban en el aire debido a las negociaciones para la renovación del acuerdo entre la Unión Europea y Marruecos para que la flota española, con gran presencia en O Morrazo, pudiese volver a faenar en el banco canario-sahariano. Para explicar la importancia del problema, hay que recordar que, de los 2.100 gallegos que trabajaban en los arrastreros de pabellón español en aquellas aguas, unos 1.700 eran de O Morrazo. Y las previsiones no eran halagüeñas, por lo que los marineros comenzaron a impacientarse. Fruto de aquella tensión fue lo acontecido en medio de la ría de Vigo la mañana del 31 de mayo de 1995.
Tras realizar un corte de tráfico en el centro de Cangas, alrededor de 150 marineros de Cangas, Bueu, Marín y Moaña embarcaron, tras pagar cada cual su billete, en el catamarán de la empresa Vapores de Pasaje que realizaba el servicio regular del transporte de ría entre Cangas y Vigo. La mayoría pensaba que iban a participar en un encierro en algún organismo oficial de la ciudad viguesa, pero, entre ellos, también viajaban también otros pasajeros. Explicaba La Voz al día siguiente que, en mitad de la travesía, siete personas, vestidas con buzos y con las cabezas cubiertas por bolsas de plástico, obligaron al patrón, Félix Pérez, a parar el barco y poner rumbo al faro de A Borneira, en dirección a las islas Cíes. Los encapuchados, que se identificaron como marineros del banco canario-sahariano, dieron sus órdenes al patrón mediante escritos. En uno de los folios se podía leer claramente: «Nomeamos nosos portavoces aos sindicatos CC OO, UGT e CIG».
El patrón requirió la presencia de los representantes de las tres centrales. Manolo Camaño, en nombre de la CIG, asumió la petición, mientras que Serafín Sa, de CC OO, rechazó la invitación: «Comisións négase rotundamente», dijo. La representante de UGT no había embarcado en el catamarán y esperaba a los marineros en Vigo.
El barco secuestrado estuvo parado en medio de la ría hasta pasadas las 10 de la mañana. Una señora, que viajaba para visitar a su padre, hospitalizado en Vigo, sufrió un desmayo, y una chica culpó a los marineros de impedirle realizar un examen final. Los encapuchados decidieron poner fin a su acción e indicaron al patrón que se dirigiera al muelle de Cangas. Una vez allí, los marineros permanecieron dentro del barco debido a que la Guardia Civil no permitió la salida del catamarán.
Apoyo de Massó
Finalmente, los marineros pudieron salir del barco sin ser identificados debido al apoyo recibido por los trabajadores de la conservera Massó, que marchaban en manifestación por el pueblo, reclamando soluciones para la difícil situación que vivían entonces.
Los representantes de CC OO y UGT dejaron claro que nunca estuvo en su mente participar en acciones que perjudicasen a terceros, como fue el caso de la toma del barco, al tiempo que subrayaron que su única meta era defender los derechos de los trabajadores que faenaban en el banco canario. Ambas centrales sindicales acusaron a la CIG de engañar a los trabajadores que subieron a aquel barco. Sin embargo, al día siguiente la Confederación Intersindical Galega hizo público un comunicado en el que negaba que impulsara el secuestro del barco. «Ningún dos seus órganos de goberno confederais, federais ou comarcais decideu ou xustificou a acción que tivo lugar onte [por el miércoles]», se podía leer en La Voz el 2 de junio.
Las movilizaciones continuaron en los días posteriores, como ocurrió con la ocupación de la Capitanía Marítima de Marín en este caso sí a través de una convocatoria de la CIG. También fue sonado el asalto al supermercado de El Corte Inglés de Vigo, tras el cual entregaron el botín a las monjas para que fuera repartido entre los necesitados.
El Gobierno Civil de Pontevedra remitió, días después, notificaciones a varios sindicalistas, de los cuales solo uno estaba a bordo del barco. Era el que había aceptado mediar entre los encapuchados y el patrón. Sin embargo, en el momento en que lo hizo ya había declarado al patrón que su aceptación no implicaba asumir una responsabilidad penal.
Este secuestro no fue el primero que se produjo en la ría de Vigo a consecuencia de un conflicto laboral. El 8 de enero de 1985, cuatrocientos trabajadores del astillero Ascón tomaron el control del catamarán de transporte de ría en Vigo. Inicialmente, el barco se dirigió hacia la zona de los astilleros, donde los ocupantes hicieron llamamientos a los trabajadores de esas industrias para que expresasen su solidaridad con los de Ascón. Alertada la Comandancia de Marina, una lancha de vigilancia salió al encuentro del barco, conminando a sus ocupantes a dirigirse hacia tierra. Simultáneamente, se dio la orden a un buque de la Armada, que se encontraba en Marín, para que se dirigiese a Vigo, con el fin de apoyar la interceptación del catamarán. La patrullera llegó a preparar una ametralladora para amenazar a los trabajadores. No fue necesario porque el barco se dirigió al puerto de Meira. En aquella ocasión fueron juzgados tres trabajadores y condenados, entre los tres, a seis años de prisión.
El conflicto del banco canario-sahariano se prolongó todo ese año. Transcurrido parte de 1999 concluyó con la salida de la flota gallega de aquellas aguas. La comarca de O Morrazo tuvo que enfrentarse entonces a una dura reconversión.
Fuente:lavozdegalicia.es
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