Los grandes nombres de la mejor hotelería, como Ritz-Carlton o Four Seasons, desembarcan en el sector con el estilo de vida de los megayates y atraen a quienes no se identifican con el perfil tradicional de crucerista.

Dos de los yates de lujo de The Ritz-Carlton Yacht Collection en el puerto de La Valeta (Malta).

Hasta hace muy poco, el mundo de los cruceros generaba pasiones encontradas. O se adoraban o se evitaban: cruceristas o no cruceristas. Fieles hasta la médula o quienes los rechazaban de plano. Demasiadas cubiertas, demasiados buffets, demasiadas excursiones organizadas a las 8 de la mañana en modo rebaño para visitar ciudades en un par de horas tras un guía portando un banderín. Y en el segmento de lujo tampoco faltaban detractores: para algunos, demasiadas lentejuelas, demasiado formalismo, cenas a horas fijadas, vestimenta de etiqueta… una cierta rigidez de la vieja escuela.

Los grandes nombres del lujo hotelero han decidido entrar en el pujante y dinámico sector de los cruceros

Pero algo está cambiando. En buena parte porque los grandes nombres del lujo hotelero han decidido entrar en el pujante y dinámico sector y trasladar su concepto de hospitalidad y su estilo de entender el viaje a alta mar. Y con ellos, un nuevo tipo de viajero, más joven, menos dispuesto a identificarse con el estereotipo del crucerista tradicional, se ha animado a embarcar. Porque ya no se trata de hacer un crucero (palabra que, sutilmente, evitan), sino de vivir el mar al estilo Ritz-Carlton, Four Seasons, Belmond, Orient-Express o Aman.

Los grandes están escribiendo una nueva manera de navegar en modo sibarita: más íntima, más informal, mejor conectada a la tierra firme cuando el barco está en puerto y con más posibilidades de disfrutar de estar en modo yate cuando se navega. Y, sobre todo, más deseado por una generación que, hasta ahora, no se había sentido llamada por el canto de sirena de los cruceros. Hasta ahora.

Ritz-Carlton, pioneros desde Galicia.

Barco «Evrima» de The Ritz-Carlton Yacht Collection.

La primera en lanzarse fue The Ritz-Carlton Yacht Collection, que inauguró su primer barco, el Evrima, en 2022. Construido en los astilleros de Vigo, con no pocos incidentes que alargaron el proceso durante años, este buque de diseño elegante y proporciones contenidas marcó el inicio de una nueva era. Ahora acaba de presentarse su tercer barco, el Luminara, con el que la compañía consolida su presencia en el sector. En agosto, dos de los barcos de la compañía estadounidense se encuentran en el Mediterráneo y un tercero en los fiordos noruegos. Nada excesivamente novedoso en el ámbito geográfico por el momento.

Vista de la cubierta 10 y las piscinas del barco «Luminara».

En los días previos al estreno del Luminara, quedó claro el poder de convocatoria The Ritz-Carlton Yacht Collection y el sutil cambio en las reglas del juego. A bordo, nombres como los de Sofía Vergara, Ricky Martin, Sting, Kendall Jenner, Nina Dobrev, Kate Hudson, Naomi Campbell… Todos disfrutando de unas jornadas de travesía dando un giro al tradicional ritual de botadura, es decir, eventos muy alejados de la solemnidad clásica de otras décadas, cuando Sofía Loren o Julie Andrews ejercían de madrinas desde un atril con una botella de champagne que se hacía pedazos contra el flamante casco mientras ellas sonreían a cámara.

Aquí, la pasarela ha sido flotante, y el glamour, viral. Como se puede ver en Instagram, Eva Longoria se muestra encantada de enseñar un camarote más propio de un megayate, mientras se pasea por delante de un Warhol y un Picasso. En realidad, nada que no hayamos visto antes en compañías de super lujo como Ponant o Seabourn, excepto el estilo de comunicación y la formidable combinación tierra y mar que pueden ofrecer las compañías hoteleras.

Four Seasons, una flota que conecta tierra y mar.

La segunda gran marca en sumarse a esta importante tendencia es Four Seasons. La primera embarcación de la empresa canadiense, actualmente en construcción en los astilleros italianos de Ancona, tiene previsto iniciar su travesía inaugural en enero de 2026 desde Miami, y ya ha abierto reservas. Contará con 95 suites de lujo y capacidad para 222 pasajeros, con rutas exclusivas por el Caribe y el Mediterráneo.

Suite del yate Four Seasons.

Entre sus principales características destacan una marina al nivel del mar, al igual que sus competidores, suites espaciosas diseñadas como residencias flotantes y un servicio a la altura de los mejores hoteles de la cadena. Uno de sus grandes valores añadidos será la integración con su red hotelera internacional: en algunos itinerarios, la logística completa del viaje se coordinará entre hotel y barco, incluyendo traslados de equipaje y estancias antes o después de la navegación.

Regiones por explorar.

Por su parte, Aman, considerada por muchos la mejor marca hotelera del mundo, prepara su debut con un proyecto tan exclusivo como ambicioso. Su yate, que operará desde Arabia Saudí y tendrá como base el Mar Rojo, mantendrá el inconfundible estilo de la marca: diseño depurado, conexión con el entorno y un concepto de lujo silencioso y espiritual. Aman no solo se suma a esta nueva categoría, sino que la redefine con una navegación que apunta a regiones aún poco exploradas.

Los nuevos barcos de las marcas hoteleras se alejan del modelo tradicional de crucero para parecerse más a un mega-yate privado

¿Qué tienen en común estos barcos? Que se alejan del modelo tradicional de crucero (con sus anfiteatros gigantes, casinos y glamurosos bailes de salón) para parecerse más a un mega-yate privado. El ambiente es más informal, la vestimenta más relajada, las opciones gastronómicas más flexibles. No hay horarios fijos ni mesas asignadas. Las cubiertas son amplias, muchas cuentan con su propia marina para nadar en alta mar y se prioriza la vida exterior por encima del entretenimiento interior. Además, el menor tamaño de los barcos les permite recalar en puertos más pequeños, donde además permanecen fondeados. Y en ocasiones permanecen toda la noche para que sus clientes puedan disfrutar de la vida nocturna de Saint-Tropez o de la caribeña Saint Barth.

El menor tamaño de los barcos les permite recalar en puertos más pequeños, donde además permanecen fondeados

Este nuevo formato atraerá a un público que hasta ahora se mostraba reacio a embarcarse, pero que conoce bien las marcas y confía en que, a bordo, encontrará la misma calidad de servicio que en tierra. Se trata de extender el universo de la marca más allá de sus hoteles. Pero también tendrá implicaciones en tierra firme: algunas de las próximas aperturas hoteleras estarán cada vez más vinculadas a los itinerarios marítimos.

En el caso de España, por ejemplo, Four Seasons ya está presente en Madrid y en Mallorca (donde ha reabierto el legendario Formentor), lo que permite combinar estancia y navegación por el Mediterráneo. A ello se suman otros enclaves estratégicos como el Astir Palace en Atenas, el histórico Hotel Danieli en Venecia (que reabrirá como Four Seasons el próximo año) y futuros proyectos en Mykonos, Porto Heli o la costa de Puglia. Algo similar ocurre en el Caribe o en Asia, donde Ritz-Carlton ha anunciado nuevas rutas marítimas, o en Oriente Medio, donde Aman proyecta construir varios resorts anclados en el emergente Mar Rojo.

También por el Nilo.

Este despertar náutico del lujo hotelero se extiende a la navegación fluvial. Tras reabrir el mítico Waldorf Astoria de Manhattan, símbolo del glamour norteamericano, tras ocho años de cierre, la marca en poder de Hilton ha anunciado también un barco fluvial Waldorf Astoria por el Nilo. Será una embarcación de 29 suites con estética art déco, spa, restaurante gastronómico y excursiones privadas por Luxor, Asuán y el Valle de los Reyes. Todo con la impronta Waldorf.

Waldorf Astoria ha anunciado también un exclusivo barco fluvial por el Nilo con solo 29 suites

Belmond no es nuevo en el sector fluvial, pero ahora, en manos de LVMH, afianza su presencia en Europa. Sus barcazas panorámicas recorren ríos y canales franceses (el Sena, el Ródano, la Camarga) con apenas ocho camarotes y una estética que mezcla el art déco con el salón de una maison privada.

A bordo, chefs con estrella Michelin, bicicletas para explorar viñedos y bodegas en la mayor exclusividad (y también en manos de LVMH) y paisajes que cambian a la velocidad justa para saborearlos. Más que un viaje, una experiencia realmente inolvidable para los happy few llegados no solo de Europa, sino principalmente de Asia o América.

Superyates de vela.

Velero de lujo de Orient Express.

Por último, Orient Express, marca legendaria rescatada por Accor, está de regreso con todo el arsenal evocador de su mítico nombre. Acaba de abrir su primer hotel en Roma, La Minerva, ha estrenado el tren La Dolce Vita y prepara para 2028 dos superyates de vela que prometen elevar la navegación a niveles de teatralidad y diseño inigualables. La brújula ya no apunta al norte. Ahora apunta al «rien ne va plus».

Fuente:eldebate.com