El rincón de Galicia que sobrevivió a los naufragios.

Este pueblo guarda siglos de historia marinera, relatos heroicos y arte en la intemperie.

Galicia es tierra de mar. Desde las Rías Bajas hasta los acantilados de Ortegal, son decenas los pueblos costeros de los que se pueden disfrutar.

Entre todos esos rincones donde el Atlántico marca el ritmo de la vida de sus habitantes, hay un diminuto puerto marinero escondido en la Costa de la Muerte, en el municipio de Camariñas (La Coruña) donde el mar es paisaje, historia, tragedia, arte y supervivencia.

Un pueblo marcado por los naufragios

Nos referimos a Camelle, un pueblo que parece congelado en el tiempo. Sus callejuelas estrechas, las casas bajas de marineros y su pequeño puerto, todavía activo, conservan intacta la estética de un pasado que se resiste a desaparecer. Su paseo marítimo sigue siendo el epicentro de la vida local.

Las aguas de Camelle guardan algunas de las páginas más duras de la historia marítima de Galicia. Por estas costas pasaron buques como el ‘City of Agra‘, el ‘Yeoman‘, el ‘Natalia’ o el petrolero ruso ‘Boris Sheboldaev‘, todos naufragados en los traicioneros bajos conocidos como ‘A Pedra do Porto’ (La piedra del puerto).

La iglesia que alberga la campana del barco naufragado.

El ‘City of Agra’ encalló en 1897, y sus tripulantes fueron salvados gracias a la valentía de los habitantes de Camelle. Como muestra de gratitud, le regalaron la campana del barco, que hoy puede verse en la iglesia del Espíritu Santo, donde aún resuena su historia.

El caso del ‘Yeoman’ es especialmente trágico: en 1904, el barco colisionó en una noche de niebla. Eran 80 tripulantes y muchos sobrevivieron gracias a la valentía de los vecinos, que arriesgaron su vida para rescatarlos. Años más tarde, en 1915 y 1934, otros dos buques el ‘Natalia’ y el ‘Boris Sheboldaev’ repitieron destino en la misma roca. Este último provocó incluso la primera marea negra de la Costa de la Muerte.

Esta tradición heroica ha marcado la identidad local: pescadores convertidos en rescatadores, vecinos que compartían lo poco que tenían con náufragos de todos los rincones del mundo.

El artista que vivió con el mar

Pero si hay una figura que ha elevado Camelle al mito es la de Manfred Gnädinger, conocido como ‘Man, el alemán de Camelle‘. Llegó al pueblo en 1962, atraído por su belleza y su aislamiento. Renunció a la vida urbana y se instaló en una humilde caseta sin electricidad.

Allí vivió durante décadas, creando un jardín escultórico al aire libre, hecho de piedras, ramas, cristales y objetos arrastrados por las mareas.

Su cuerpo cubierto solo por un taparrabos, su vida austera y su obra convirtieron a Man en leyenda. Con la marea negra del Prestige en 2002, parte de su jardín fue arrasado. Dicen que aquello quebró su espíritu, y murió poco después. Hoy, el Museo de Man, reconstruido y visitable, es uno de los grandes atractivos del pueblo.

Pero también, Camelle ofrece un entorno natural en el que su playa urbana, protegida de las mareas por una pequeña ensenada, es perfecta para el baño.

Camelle también es paso del Camino de los Faros, una ruta senderista de casi 200 kilómetros que recorre la Costa de la Muerte de faro en faro, conectando acantilados, calas escondidas y pueblos marineros como este.

En la Galicia marinera, el mar además de paisaje es identidad. Y en el caso de Camelle, esa identidad resiste, entre las rocas, los naufragios y la obra de un artista solitario.

Fuente:eldebate.com