• Solo 15 buques suponen más del 7% de todas las exportaciones de crudo por mar
  • Estos buques presentan una actividad frenética comparada con el resto de la flota
  • Los expertos creen que sería inteligente sancionar directamente a este grupo

Rusia sigue colocando su petróleo por todo el mundo y Occidente apenas ha podido evitarlo. Los países del G-7 con EEUU al mando y la Unión Europea han aprobado sanciones y un tope de precio al crudo ruso con el que torpedear la principal fuente de financiación de Moscú para su esfuerzo bélico en Ucrania, pero al mismo tiempo no convulsionar el mercado mundial del petróleo. Sin embargo, el régimen de Vladímir Putin ha sorteado exitosamente estos obstáculos con una flota fantasma de viejos petroleros sin seguro occidental entre continuos llamamientos de los aliados de Kiev a hacer más al respecto. Nuevos y reveladores datos demuestran que si EEUU y la UE sancionasen y persiguiesen a solo 15 buques de la flota en la sombra de Sovcomflot, la gran naviera estatal rusa, estarían abriendo un profundo agujero en los ingresos petroleros de Moscú.

Hasta la fecha, los intentos de EEUU y la UE por contener la venta de petróleo ruso han sido poco efectivos. La producción de petróleo ruso es la prueba del algodón. Antes de la pandemia del covid-19, Rusia bombeaba cada día unos 10,5 millones de barriles de crudo. Hoy, Moscú está produciendo alrededor de 10 millones de barriles diarios, una cantidad extraordinaria si se tienen en cuenta los recortes anunciados por la OPEP+ (de la que forma parte Rusia) y las sanciones de Occidente al crudo ruso. Estos datos ponen en un serio aprieto a EEUU y sus aliados, puesto que si Rusia no se encontrase dentro de los acuerdos de recortes de la OPEP+, el país podría estar produciendo crudo a niveles récord, lo que destapa una dura realidad: Putin está vendiendo su petróleo sin problemas y haciendo caja para financiar la guerra.

Mientras tanto, Occidente sigue buscando fórmulas para recortar esta vía de ingresos sin generar un terremoto en los precios del crudo (soplar y sorber a la misma vez siempre ha sido difícil, por no decir imposible). El pasado otoño, el Tesoro de EEUU pareció ponerse las pilas al requerir a navieras que estaban ayudando a Putin. Hace poco, Reino Unido sancionó a un petrolero por sospechas de pertenecer a la flota fantasma rusa y desde entonces ha permanecido inmovilizado en el Báltico, abriendo una vía para hacer daño a los intereses del Kremlin.

15 buques con una actividad frenética

No obstante, todavía se puede hacer más y un grupo de expertos ha encontrado un objetivo muy concreto y ‘jugoso’: 15 petroleros con una actividad frenética dentro de la flota de más de 100 buques que posee Sovcomflot, no solo la compañía naviera más grande de Rusia, sino uno de los líderes mundiales en el transporte marítimo de hidrocarburos.

Sovcomflot ya había sido objeto de sanciones directas e indirectas por parte del G7 y de la Unión Europea, lo que había forzado a la empresa a transferir muchos de sus petroleros a empresas opacas cuyas sedes se encontraban en países lejanos a la órbita de Occidente o que son considerados como neutrales en el mejor de los casos, lo que provocó un aumento de la flota en la sombra.

Según su página web, Sovcomflot cuenta actualmente con una flota de 120 petroleros. Unos 20 de estos buques están ahora sancionados, contando los 14 buques señalados por el Tesoro de EEUU el pasado 23 de febrero y seis petroleros sancionados con anterioridad. De los 100 restantes, hay 15 que representan el grueso de la actividad de esta flota. Atendiendo a la base de datos con la que cuenta Bloomberg para el rastreo del tráfico de petroleros en todo el mundo, estos 15 buques principales representan la mitad del volumen de Sovcomflot en términos de exportaciones marítimas desde Rusia. El grueso de estas 15 embarcaciones son Aframax, una categoría de petroleros con un peso muerto (capacidad de carga sin riesgo) de entre 80.000 y 120.000 toneladas métricas y que pueden transportar en torno a 600.000 barriles de petróleo.

«La opción más directa, y quizás obvia, a la que se enfrentan los responsables políticos estadounidenses es ampliar el plan anunciado el 23 de febrero que sancionaba a 14 petroleros Sovcomflot y sancionar a los 100 petroleros Sovcomflot restantes que aún no han sido identificados para su aplicación. Esta medida sería coherente con acciones anteriores y limitaría significativamente la capacidad de Rusia para realizar transacciones por encima de los respectivos precios máximos», aseguran los estrategas Robin Brooks y Ben Harris en un artículo publicado por la Brookings Institution, una organización sin ánimo de lucro con sede en Washington.

Además, estos expertos sostienen que este endurecimiento de las sanciones tendría probablemente un impacto limitado, si es que lo tiene, en los precios mundiales del petróleo. No obstante, el riesgo existe. Entorpecer los flujos de petróleo marítimo incrementa los costes y reduce la eficiencia de los envíos de petróleo. En un mercado tenso como el actual en el que el Brent se encuentra en los 86 dólares por barril y con varias elecciones a la vuelta de la esquina (EEUU, Francia…) pocos se atreven a pulsar ciertos botones ante el riesgo de llevarse la culpa de una nueva escalada del precio del crudo.

Con todo, los analistas de Brookings creen que se podría ser aún más sigiloso y sofisticado en las sanciones: la clave está en ‘tocar’ o sancionar, precisamente, la actividad de los citados 15 petroleros: «Con la sanción a estos 15 buques es posible atacar a más de la mitad de la capacidad de exportación que le queda a Sovcomflot fuera de Rusia. Para garantizar un escaso impacto en el precio del crudo».

EEUU podría ir calibrando las futuras sanciones, interviniendo poco a poco para no generar el caos o estrés en el mercado de crudo. «En 2023, estos 15 buques representaron el 7% de las exportaciones totales de petróleo ruso por vía marítima, frente al 2% de los 14 buques que se sancionaron el 23 de febrero. Es decir, puede valer la pena sancionar la flota restante de buques Sovcomflot en pequeñas oleadas para minimizar los efectos sobre los precios», apuntan Brooks y Harris.

Para entender la importancia de estas sanciones solo hace falta echar un vistazo a los números petroleros de Rusia en 2023. Los ingresos por ventas de petróleo y gas que van a parar a las arcas públicas rusas fueron de 8,822 billones de rublos (casi 100.000 millones de dólares) el año pasado, según mostraron los datos del Ministerio de Finanzas. Esta cantidad de dinero es más de todo lo que gasta cada año la India en defensa o cinco veces más de lo que gasta España, por ejemplo.

El juego del gato y el ratón con el petróleo

También hay que admitir que Rusia y sus navieras no lo ponen nada fácil. Un buen ejemplo son los constantes cambios de ‘bandera’ que realizan los buques que transportan petróleo, lo que dificulta las sanciones y la persecución de los mismos.

En un reportaje reciente de Bloomberg se explicaba, precisamente, los intercambios de bandera entre Rusia y Gabón en la flota de petroleros rusos. Por ejemplo, estos cuatro petroleros: Kemerovo, Belgorod , Kaliningrado y el Krasnoyarsk han intercambiado las banderas en varias ocasiones en un espacio corto de tiempo.

Según datos en tiempo real a los que ha tenido acceso elEconomista.es, el Kemerovo, por ejemplo, tiene en estos momentos bandera rusa y se encuentra cerca de la bahía de Koporie, junto a otros buques rusos que forman parte de la flota en la sombra. Esta es una bahía rusa, pequeña y poco profunda, localizada en la costa sur del golfo de Finlandia. Aunque su localización está cerca Finlandia y de otros países aliados (los bálticos), administrativamente, pertenece al óblast de Leningrado, es decir, está controlada por Moscú.

Además, desde Bloomberg aseguran que cuando hay cambios de bandera, estos buques cambian a nombres alternativos de Colón, Bravo, o Capitán. Estos son los nombres que tienen cuando están registrados en Gabón. Desde la agencia financiera Bloomberg explican que estos buques fueron construidos entre 2006 y 2010.

Con todo, aunque Occidente tiene la capacidad de poner coto al crudo ruso, lo cierto es que la misión es relativamente compleja y está plagada de trampas. Los cambios de nombre, banderas o seguros dificultan la actuación firme contra estos buques. Por otro lado, impedir que Rusia exporte su crudo puede generar un incremento del precio del petróleo notable. Por ello, los políticos de EEUU y el G-7 sopesan con cautela y sin prisa los costes y beneficios de tomar medidas enérgicas contra estos buques.

Fuente:eleconomista.es