De izquierda a derecha, el patrón y su mujer, la armadora, y los dos marineros, ayer por la tarde en el barco, reflotado el domingo por la mañana.

Ezequiel Fontes, Pichi, reconoce que «fue un disgusto gigante, pero el naufragio fuerte fue el de 2023, horas en calzoncillos hasta que llegó el helicóptero»

A Ezequiel Fontes todos le llaman Pichi. Tiene 37 años y vive en O Val (Narón) desde hace 15 con su mujer, Jennifer Martínez, de 32, también ferrolana. Ella es la armadora y él, el patrón del Ánxela Uno, el pesquero de bajura de 10,05 metros de eslora que el domingo amaneció hundido en la dársena de Ferrol. «Fue un disgusto gigante, pero tenemos corazones de acero, a prueba de balas», comentaba ayer sin perder el humor. Tenían previsto salir a las ocho de la mañana «para largar los aparejos». Pero a las seis de la madrugada les avisaron de que el mar se estaba tragando su embarcación. «Suerte que no se fue al fondo del todo y no hay daños en el casco», comentaba Jennifer a media mañana, cuando la grúa ya había izado el pesquero hasta el muelle.

El susto fue grande, pero Pichi ha vivido sucesos mucho peores: «Naufragios pequeños ya llevamos media docena, este último, un hundimiento de mi padre [ya jubilado] hace unos años en Caranza, dos lanchas pequeñas que se me hundieron en el puerto… pero el naufragio fuerte fue el del año pasado. Había muy mala mar y una ola golpeó la planeadora y le dio la vuelta, y nos quedamos mi hermano y yo encima de la quilla, a la deriva durante cinco o seis horas, y después tuvimos que quitarnos el traje de aguas para nadar a tierra, y allí estuvimos, en Pena Lopesa, muchas horas en calzoncillos, hasta que llegó el helicóptero y nos sacó», relata. Era la madrugada del 20 al 21 de agosto, pero aun así, «hacía mucho frío».

El mar abatió la lancha a medianoche y el rescate se produjo sobre las dos de la tarde. «Si no nos llegan a encontrar, no sé si aguantaríamos una noche más allí, con rasguños en uñas y costados, sed, frío…», recuerda. «Hay que tenerlo presente», repite. Si pasa, reconoce, «es un poco por todo, el estado del mar, lo que arriesgas… porque el pescado está metido en sitios peligrosos y en los fáciles pesca todo el mundo». Esta vez no hubo temeridad: «Se rompió un grifo del fondo […]. Supuestamente, el seguro cubre todo, la mecánica, la electricidad, los aparatos de pesca… Todo se inundó. Había llevado una reparación muy buena, con máquinas nuevas».

«Valió cien mil euros»

«El barco que se hundió ahora nos valió cien mil euros, ya lo habíamos comprado cuando perdimos la planeadora, son de artes de pesca diferentes, cada uno tiene cinco permisos y así tienes más alternancias, y según la temporada… con la planeadora vas a la vieira, la zamburiña, la centolla… y con el barco, a la centolla también, a los chocos y al pescado, y puedes ir al pulpo», detalla. Hijo de marinero, lleva 21 años de oficio y dice que el cuerpo ya empieza a resentirse. Confía en recuperar el Ánxela Uno «en dos o tres semanas», para afrontar la campaña de Navidad. Pero este martes, «los tres mosqueteros del puerto de Ferrol ya vuelven a faenar», dice. El patrón saldrá con Brian y Chachi, los dos tripulantes (su hermano y otro marinero).

«Estamos en una época muy fuerte y si paras no puedes pagar las letras», subraya. Irán a bordo de una planeadora de seis metros: «Es de una persona que ya está jubilada, se la cuido y la puedo usar». «Es trabajar para seguir pagando…». Y algo más: «Si no voy al mar en una semana, tengo mono, como con el tabaco».

Fuente:lavozdegalicia.es