La noche del nueve de abril. de 1991 está marcada con un crespón negro en los anales marítimos de la ciudad. Un día como hoy hace veinte años el pesquero Gondiez I navegaba el tramo final de una travesía que se truncó en la tristemente famosa Pedra do Boi. Allí dejaron la vida siete de los diez tripulantes de un pesquero con base en Burela que se dirigía hacia el puerto coruñés para descargar sus capturas. José Arufe, patrón del barco y uno de los supervivientes, explicó después que un fallo eléctrico dejó sin gobernabilidad el barco y «mientras lo arreglábamos el mar nos llevó hacia las rocas». Arufe consiguió salvar la vida después de estar «hora y media agarrado a una tabla», aunque «por un momento estuve por dejarme ir porque me pesaban las piernas».
El dramatismo de la tragedia aumentó debido a la presencia de los familiares de los embarcados, que al enterarse de la desgracia se trasladaron desde el puerto en donde esperaban a sus seres queridos a la Torre de Hércules, desde donde todavía hoy se pueden contemplar las rocas protagonistas de varios accidentes marítimos. Los tres tripulantes que salvaron la vida sólo tuvieron tiempo a lanzar una bengala antes de que el mar se tragase a un Gondiez que se llevó consigo a sus siete compañeros. Sólo la rápida y valiente intervención de los voluntarios de la Cruz Roja del Mar, apoyados por el remolcador Alonso de Chaves, el helicóptero del SAR y los buzos de la guardia civil impidieron que los tres supervivientes fueran engullidos por el fiero mar de fondo que ese día batía la costa. «O único que vin foron as pedras enriba e que ibamos a pique», explicaba Manuel Caamaño, otro de los tres tripulantes que fueron rescatados.
Uno de los momentos más dramáticos de la jornada se vivió cuando las embarcaciones de rescate llegaban a puerto y los familiares de la tripulación indagaban quiénes eran los que habían conseguido escapar del mar. El cronista de La Voz de entonces señalaba como «una mujer, que acudió al lugar para preguntar por su marido, lloró desconsoladamente cuando las autoridades le comunicaron que su esposo no se encontraba entre los supervivientes. Los sollozos de la mujer estremecían a las veinte personas que se encontraban en aquel momento en el muelle». Veinte años antes, el 4 de octubre de 1970, la misma Pedra Do Boi fue testigo de otra de las grandes tragedias marítimas acaecida en la costa coruñesa. El desgraciado protagonista fue el pesquero Isla, que llevaba a bordo a quince tripulantes, de los que sólo uno salvó la vida. La falta de medios que entonces sufrían los operativos de salvamento acentuó la impotencia ante una tragedia que provocó decisiones como la creación de la actual base marítima de la Cruz Roja.
Fuente:lavozdegalicia.es
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