Recomienda evitar un área delimitada entre el golfo de Cádiz y el estrecho de Gibraltar y navegar lo más cerca de la costa posible. Recuerda que la especie está protegida y se sanciona cualquier daño que se les pueda causar.

Uno de los últimos encuentros entre orcas y un velero que navegaba por el estrecho de Gibraltar acabó mal. Con la embarcación en el fondo del mar y sus dos tripulantes recogidos por un petrolero. Ocurrió el domingo pasado a 14 millas del cabo Espartel y sus protagonistas aún tienen el susto en el cuerpo. Eso ha llevado a los ministerios de Transición Ecológica, de Transportes y a Salvamento Marítimo a actualizar y recordar los consejos a los navegantes sobre cómo actuar en el caso de que se crucen en su ruta con un grupo de estos cetáceos. Ejemplares que, recuerdan desde el departamento que dirige Teresa Ribera, están protegidos, figuran como vulnerables en el Catálogo Español de Especies Amenazadas (CEEA) y, por tanto, está prohibida «cualquier actuación hecha con el propósito de darles muerte, capturarlas, perseguirlas o molestarlas». Vetada y sancionada con multas de 100 a 3.000 euros si son leves e incluso pueden llegar hasta los dos millones de euros si son graves.

Ocurre que desde que estas orcas del Estrecho son únicas, distintas a otras subpoblaciones del Atlántico nororiental y están en peligro de extinción. Pero desde que en el 2020 comenzaron a tener un comportamiento anómalo, nunca antes visto, han puesto en alerta a los navegantes y despertado una percepción negativa que no beneficia en nada su protección, como explicaban hace unos días desde la Coordinadora para o Estudo dos Cetáceos Mariños (Cemma).

Ha costado, pero el grupo internacional de expertos en mamíferos marinos ha conseguido finalmente identificar a las orcas que desde el mes de julio han protagonizado un total de 33 interacciones con barcos de vela, la inmensa mayoría en aguas gallegas. Los expertos tienen constancia de seis en el Estrecho de Gibraltar, de cinco en diferentes puntos de la costa de Portugal y 22 en distintos puntos de Galicia, donde también se han constatado avistamientos a lo largo de la costa, alguno incluso en la misma playa, explica en una nota el equipo internacional que se está encargando de estudiar el caso.

Las orcas, que este año están mostrando una osadía como jamás antes se había visto, serían tres -al menos ese es el número que más se repite en el 61 % de las interacciones- y ya habían sido fichadas -permítase la licencia por observadas- en el Estrecho. Han recibido el nombre de Gladis y, para diferenciarlas, los biólogos les han asignado a cada una un color: blanca, negra y gris.

Las Gladis ya habían sido vistas en años anteriores en el sur. Y se tiene constancia de que este verano, entre junio y agosto, han estado merodeando por las aguas andaluzas. Se sabe, además, que la Gladis negra, al menos en el Estrecho y en Portugal, iba acompañada de su madre. No pegada a ella -como adolescente que es, pero sí próxima al grupo en que esta navegaba. Porque parece que el comportamiento de los mamíferos marinos jóvenes no difiere mucho de los juveniles terrestres: «É difícil adxudicar exemplares xuvenís a un grupo determinado, xa que non son tan materno-dependentes, e, polo tanto, cambian de compaña con moita frecuencia, e especialmente se hai outros xuvenís arredor», explican los expertos en su nota.  

Heridas abiertas en el cuerpo

Que las orcas presenten lesiones no es extraño y suelen ser producidas al rozar con las líneas de pesca cuando tratan de robar un atún a los palangreros del Estrecho. Pero las que tienen la Gladis negra y la blanca no parece que sean de eso. Son marcas que «aparecen sucesivamente nos seus corpos e de xeito máis intenso entre o 20 de xuño e o 3 de agosto» Los expertos, gracias a las fotografías de Francisco Gil y Rafael Fernández -facilitadas por la empresa Turmares- han cartografiado esas heridas abiertas, y que podrían haber sido causadas por el hombre, en un intento de hallar una explicación a la aversión que han desarrollado estos cetáceos por los veleros.

E inducen que su reacción podría estar relacionada con una mala experiencia con un barco, en la que su velocidad «podería ser un compoñente crítico». Aunque no hay evidencias claras de cuándo habría ocurrido ese incidente, ni qué tipo de embarcación podría estar implicada y ni siquiera si fue accidental o intencionado, lo cierto es que «a partir dese suceso, aversivo para as candorcas, desencadeouse unha sucesión de comportamentos en presenza dun veleiro que remata cun comportamento preventivo consistente en frear a súa velocidade manipulando» el timón. Que vayan a los veleros porque fuese ese tipo de barco el causante de sus lesiones o si lo hacen porque son más accesibles es algo que los expertos todavía no han podido determinar.

Las heridas de las orcas

Casos extraños por el contacto físico y por la ‘vuelta atrás’ en su migración tras el atún

Que haya sido un barco, que haya sido un velero… o que no haya sido ninguna embarcación y simplemente se trate de una panda de adolescentes más atrevidos que los familiares que pasaron antes por Galicia. Porque, insiste el grupo de trabajo internacional sobre orcas atlánticas, la presencia de estos cetáceos en aguas gallegas es habitual, como también lo es que muestren curiosidad por la popa de los barcos, con «estructuras móviles e ruidosas». Lo que consideran sin precedentes es «o contacto físico dos exemplares coa estrutura dos buques». Tampoco es habitual, según Alfredo López, biólogo del CEMMA (Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños), que hayan vuelto atrás en su ruta. Lo habitual es que pasen rápido por la costa gallega detrás del atún, en un recorrido que les demoraba dos o tres días. Sin embargo, estas orcas fueron avistadas en Ortegal y más tarde «baixaron de novo ata Fisterra». Un regreso sobre sus pasos que López asocia a la disponibilidad de alimento, no a una actitud justiciera.

Así, insisten los investigadores, desde el 10 de agosto se han dado 46 contactos y más de la mitad (52%) fueron simples avistamientos. Y si bien es cierto que hubo interacción con veleros en 22 ocasiones (48 %), apenas el 15 % de ellas causaron trastornos graves a la navegación -el 13 % no tuvo consecuencias y en el 20 % los daños fueron leves-. Además, «en ningún caso a integridade das persoas estivo en perigo pola actividade directa das candorcas, aínda que houbo situacións de risco cando se deron interaccións nocturnas e por os movementos bruscos do leme, que causaron angustia ás tripulacións» poco familiarizadas con las orcas.

Los expertos no descartan que el grupo que interactuó con barcos en julio en Tarifa sea el mismo que este mes dejó un reguero de incidentes en Galicia.

Los expertos sostienen que estas orcas no son agresivas y las interacciones que mantienen con las embarcaciones están más relacionadas con un comportamiento de juego o socialización. Es una de las conclusiones a las que se llegó en el taller internacional sobre la Orca orcinus celebrado en Madrid del 6 al 8 de febrero pasado a propuesta del Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional (CBI). Por tanto, subrayan desde Transición Ecológica «el uso de términos como ataque para describir estos encuentros es inapropiado e infundado, por lo que no debe aplicarse».

En el foro participaron expertos en orcas, llegados de diferentes países, y gestores de los Gobiernos de España, Portugal y Marruecos. Las conclusiones e indicaciones han sido integradas en un informe que se presentó en el Comité Científico de la CBI en el mes de abril, y que se hará público a finales de mayo.

Las recomendaciones que ofrecen son para aplicar en cualquier momento del año, pero deben observarse al extremo entre abril y agosto en una zona delimitada del golfo de Cádiz y el Estrecho de Gibraltar, por tratarse de un área de alta probabilidad de presencia de orcas, especialmente durante esos meses, por más que ya habido constancia de interacciones en los primeros meses de este año en Galicia.

Para empezar, el Gobierno recomienda no navegar en ese período en la zona acotada del golfo de Cádiz y el estrecho de Gibraltar y hacerlo lo más próximo posible a la costa siempre dentro de los límites de seguridad.

En caso de encuentro, tanto si se trata de una embarcación a motor como de una embarcación a vela, no detener la embarcación y navegar hacia la costa, a aguas menos profundas. Aquí el consejo contrasta con el que ofrecen desde Orca Ibérica, que recomiendan, si es posible, bajar la velocidad, parar las velas y apagar el piloto automático.

También hay que evitar que las personas a bordo se acerquen a las bandas y se sitúen en lugares que proporcionen la mayor protección posible ante eventuales movimientos bruscos que pudieran ocasionar lesiones o la caída al mar, y frente a golpes provocados por el repentino desplazamiento de elementos móviles.

Asimismo, se debe evitar adoptar conductas o emplear medidas disuasorias que puedan causar muerte, daño, molestia o inquietud a los cetáceos.

Otro paso importante es notificar el avistamiento o la interacción con cetáceos al Centro de Coordinación de Salvamento (CCS) más próximo a través de los correspondientes canales de VHF (canal 16 o canal de trabajo).

Esto, para Transición Ecológica es más que una recomendación, pues establece que «todo navegante que observe la presencia de orcas o que se vea envuelto en cualquier tipo de interacción, deberá notificar el suceso a la mayor brevedad posible a Salvamento aportando, en la medida de lo posible, información sobre la embarcación (como tipo, eslora, color del casco, bandera, matrícula…) y sobre el suceso: fecha y hora, posición, duración y tipo de encuentro (interacción o avistamiento), posibles daños causados, número de orcas observadas en el siguiente correo: orcas@sasemar.es.

Desde el departamento de Ribera también solicitan que, siempre que no suponga un peligro para los tripulantes ni para el animal, se realicen fotografías de los ejemplares de orca involucrados para tener un mejor registro e identificación de estos cetáceos.

Prohibido darles comida, asustarlas tirarles objetos y acercarse a menos de 60 metros

Además de poder consultar en la web de Transición Ecológica la probabilidad de presencia de orcas, entre abril y agosto, los centros de coordinación de Salvamento de Cádiz y de Tarifa difundirán avisos de radio emitiendo las recomendaciones en la navegación, las pautas a seguir en caso de interacción con orcas y de información que deben facilitar sobre los episodios.

Insisten en que la población de Orcinus orca del Estrecho está protegida y prohibido cualquier actuación que pueda molestarlas y recuerdan además, que entre las medidas de protección de los cetáceos está la prohibición de acercarse con la embarcación a menos de 60 metros de los ejemplares. Tampoco se permite alimentarlas, tirar alimentos, bebidas, basuras o cualquier otro tipo de objeto o sustancia sólida o líquida que sea perjudicial para los cetáceos. Ni siquiera «producir ruidos y sonidos fuertes o estridentes para intentar atraerlos o alejarlos, incluyendo la emisión de sonidos bajo el agua».

Esta población de orcas —menos de medio centenar, de las que únicamente interactúan 15— es objeto de un plan de conservación que, además, prohíbe desarrollar la actividad de observación de cetáceos, ya sea de tipo comercial, privada o científica, en el área crítica de la ensenada de Barbate, Conil y banco Majuán, durante el período considerado crítico para la especie, que es del 1 de marzo al 31 de agosto.

Fuente: www.lavozdegalicia.es