Desde hazañas tecnológicas hasta tragedias inolvidables, estas impresionantes naves protagonizaron el comercio y la exploración marítima mundial.
Desde el siglo XIX hasta principios del XX, la construcción naval vivió una carrera tecnológica y comercial que impulsó la creación de los barcos más grandes y avanzados de su tiempo.
A lo largo de la historia, la construcción naval ha sido una muestra del ingenio humano y del avance tecnológico. Desde el siglo XIX hasta principios del XX, los barcos simbolizaron el progreso industrial, siendo herramientas esenciales para la expansión del comercio y la movilidad de personas.
El SS Great Eastern fue una proeza de ingeniería naval que, con su imponente estructura de hierro y su innovadora combinación de hélices y ruedas de paletas, marcó un antes y un después en la construcción de barcos en el siglo XIX.
El SS Great Eastern, botado en 1858, fue el barco más grande de su tiempo y un logro sin precedentes en la ingeniería naval. Diseñado por Isambard Kingdom Brunel, era una estructura imponente de hierro con 211 metros de largo y capacidad para 4.000 pasajeros. Estaba equipado con un casco doble y dos sistemas de propulsión: ruedas de paletas y una hélice, además de seis mástiles para velas auxiliares. Sin embargo, su tamaño fue también su mayor obstáculo. El mercado no estaba preparado para una embarcación de tal magnitud y su mantenimiento resultó extremadamente costoso.
Tras una corta carrera como barco de pasajeros, el SS Great Eastern encontró un propósito alternativo: se lo usó para colocar cables telegráficos submarinos. En 1866, desde esa nave se logró instalar el primer cable transatlántico entre Europa y América, uniendo continentes a través de la comunicación. A pesar de este éxito, su vida útil terminó en 1889, cuando fue desmantelado.
El RMS Celtic fue el barco más grande de su tiempo. Inauguró una nueva era de transatlánticos centrados en la comodidad y la resistencia.
El RMS Celtic, botado en 1901 por la White Star Line, fue el primer barco que superó el tamaño del SS Great Eastern. Con 214 metros de largo y un peso bruto registrado de 20.904 toneladas, se convirtió en el transatlántico más grande del mundo en su tiempo. Su diseño priorizaba la comodidad y la capacidad, sacrificando cierta velocidad en comparación con sus competidores.
Durante su carrera, el Celtic vivió numerosos incidentes marítimos. En 1903 colisionó con el vapor británico Heathmore, lo que ocasionó daños menores. Años después, durante la Primera Guerra Mundial, fue utilizado como crucero mercante armado y sobrevivió a dos ataques de submarinos alemanes, uno en 1917 y otro en 1918; en ambos episodios hubo víctimas mortales. Finalmente, en 1928 encalló cerca de Cobh, Irlanda. A pesar de numerosos intentos de rescate, la nave quedó varada y fue desmantelada en el lugar.
El legendario RMS Lusitania combinó lujo y velocidad, dominando el Atlántico hasta su trágico hundimiento en 1915.
El RMS Lusitania, botado en 1907 por la Cunard Line, fue una maravilla de la ingeniería y un símbolo de lujo y velocidad. Con una eslora de 240 metros y capacidad para 2.198 pasajeros, era uno de los transatlánticos más avanzados de su época. Impulsado por turbinas de vapor, podía alcanzar una velocidad máxima de 24 nudos, dominando la ruta entre Europa y América del Norte.
Su interior era un reflejo del lujo eduardiano, con amplias suites y salones decorados con maderas finas y mármoles. Sin embargo, su destino se selló con una tragedia. El 7 de mayo de 1915, mientras viajaba de Nueva York a Liverpool, fue torpedeado por un submarino alemán frente a la costa de Irlanda. Según The Telegraph, el ataque provocó la muerte de 1.197 personas. Aunque Alemania justificó el hundimiento alegando que transportaba municiones, el suceso causó indignación internacional y contribuyó a la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial
El Titanic, anunciado como “insumergible” y símbolo del lujo marítimo, pasó a la historia por su fatídico hundimiento en el viaje inaugural.
El RMS Titanic, el transatlántico más tristemente célebre de la historia, fue botado en 1912 como una obra maestra de la ingeniería naval. Con una longitud de 269 metros y una capacidad para 2.453 pasajeros, fue construido para ser un palacio flotante, ofreciendo lujo sin precedentes a bordo. Su diseño innovador incluía mamparos estancos y puertas herméticas, características que lo llevaron a ser considerado “insumergible”.
Sin embargo, la noche del 14 de abril de 1912, durante su viaje inaugural de Southampton a Nueva York, el Titanic chocó contra un iceberg en el Atlántico Norte. La colisión abrió una brecha fatal en su casco, y el barco se hundió en pocas horas. Más de 1.500 personas murieron en el desastre, en parte debido a la insuficiencia de botes salvavidas y a la falta de preparación de la tripulación.
El SS Imperator, botado en 1913 por la Hamburg America Line, fue una impresionante muestra del poderío industrial alemán. Con una eslora de 276 metros y capacidad para 4.234 pasajeros, fue el transatlántico más grande del mundo en su época. Había sido diseñado para competir con las flotas británicas, especialmente con la White Star Line y la Cunard Line.
Tras la Primera Guerra Mundial, el Imperator fue entregado a la Cunard Line como compensación de guerra y rebautizado como RMS Berengaria. Sirvió como transatlántico de lujo durante más de dos décadas, consolidando su lugar como uno de los barcos más emblemáticos de la historia. Su tamaño y elegancia dejaron una huella duradera en la industria naval.
Fuente:infobae.com
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