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James Cutfield afronta una investigación por homicidio múltiple involuntario y podría estar imputado en breve, al igual que su oficial de guardia
El capitán del Bayesian, el neozelandés James Cutfield, de 51 años, es investigado por naufragio y homicidio múltiple involuntarios, como máximo responsable de la seguridad del velero, que con doce pasajeros y diez tripulantes se hundió en la noche del pasado lunes frente al puerto de Porticello, a pocos kilómetros de Palermo, la capital siciliana.
La información es confirmada por La Repubblica y las agencias Agi y LaPress, después de que el capitán Cutfield fuera interrogado por segunda vez durante más de dos horas por los magistrados de la Fiscalía de Termini Imerese (Sicilia), encargada de la investigación.
El capitán ha sido invitado a elegir domicilio en Italia y a nombrar un abogado defensor. Es muy probable que próximamente reciba un “aviso de garantía”, que es el instrumento a través del cual el investigado adquiere conocimiento de un proceso penal en su contra. El capitán pasaría así a estar imputado, es decir, estaría formalmente acusado de homicidio múltiple involuntario y naufragio. El capitán James Cutfield podría, con un abogado defensor, participar directamente o mediante peritos y consultores en las autopsias de las víctimas.
El capitán del velero, en el que murieron siete personas, profundo experto en grandes barcos y en el Mediterráneo, ha tenido que explicar a los magistrados cómo fue posible que un yate considerado insumergible, salvo un acontecimiento excepcional, se hubiera hundido.
La idea que prevalece entre los expertos es que, incluso en presencia de condiciones extremas, si todas las escotillas hubieran estado cerradas, el agua nunca habría entrado y el Bayesian, de 56 metros de eslora, no se hubiera hundido.
Cutfield ha tenido que responder a preguntas clave de la investigación, estas entre otras: si estaba abierta la escotilla del tender —la puerta que separa la sala del tender de la sala de máquinas—; si también estaba abierta la escotilla lateral; la posición de la orza móvil; el party o fiesta que se celebró horas antes de la tragedia, y sobre todo lo que sucedió desde las 3.50 horas, cuando las condiciones meteorológicas empeoraron, hasta las 4.06 horas, cuando se disparó la señal automática de hundimiento.
Buena parte del interrogatorio al capitán neozelandés se centró en los 32 minutos que transcurrieron desde el momento del hundimiento hasta el disparo de la bengala de socorro (que se produjo a las 4.38 horas) y los contactos con el tripulante que estaba de guardia en el puente. Éste oficial tenía las alertas meteorológicas en las pantallas de última generación; es decir, cuál era la situación meteorológica del barco y el botón para sellar todas las puertas del velero y ponerlo en seguridad. No se excluye que este miembro de la tripulación que estaba de guardia en el puente también sea investigado en los próximos días.
«Probables delitos»
La decisión de los magistrados de indagar al capitán Cutfield, por naufragio y homicidio múltiple involuntarios, se veía venir después de la rueda de prensa que ofrecieron el pasado los magistrados de Termini Imerese. Así lo adelantó Ambrogio Cartosio, el fiscal jefe: «Me parece probable que se hayan cometido delitos de naufragio por negligencia y homicidio involuntario. Se trata de establecer a quién se les puede atribuir».
En la misma rueda de prensa, el fiscal adjunto, Raffaele Cammarano, hizo una reconstrucción del hundimiento: «Cinco de las seis víctimas fueron encontradas en una cabina del lado izquierdo del yate, lo que sugiere que intentaron sobrevivir respirando hasta el último centímetro cúbico de aire, buscaban burbujas de oxígeno para sobrevivir».
Los magistrados explicaron que el velero «se hundió primero verticalmente, por la popa, no de proa». Este hecho sugiere que el agua pudo haber inundado los compartimentos de popa o traseros del barco, inclinando la proa hacia arriba. El fiscal adjunto Cammarano afirmó que la tormenta que azotó el barco fue «realmente rápida, repentina, hubo un torbellino».
Con el primer oficial de guardia en el puente del yate, solamente la tripulación se movilizó cuando el velero comenzó a ser golpeado por fuertes ráfagas de viento. Todos los miembros de la tripulación se salvaron, salvo el cocinero. Los medios italianos destacan que en los 16 minutos que transcurrieron hasta que el barco fue abandonado, a nadie de la tripulación se le ocurrió ir a despertar a los seis pasajeros que se encontraban en la zona de camarotes. O cuando lo hizo, ya era demasiado tarde.
Este es uno de los puntos oscuros del drama del naufragio del Bayesian, hundido por una serie de probables errores humanos, como apuntan los magistrados en su investigación. «Un barco como el Bayesian no se hunde por el viento», explicó a La Stampa el conocido arquitecto náutico Franco Romani, quien diseñó el velero. «La estabilidad de un barco —añade— está regulada por organismos de clasificación, no se puede actuar de cualquier manera. El Bayesian nació para navegar en cualquier tiempo climatológico«.
Según Romani, el superyate «tenía abierta la escotilla lateral, que da acceso a una enorme taquilla donde hay equipos de buceo, botellas de buceo y windsurf. Todo lo que se utiliza para adentrarse en el mar se guarda allí porque esta puerta está a 60 centímetros del agua; si el barco se inclina, inmediatamente deja entrar el agua. Con un cierre hermético de la escotilla lateral, el barco no se habría hundido«.
En opinión del arquitecto náutico, «si el capitán del yate se hubiera organizado a tiempo», se habría afrontado el torbellino. Para ello, Romani subrayó lo que debía de haber hecho el capitán: «En primer lugar, hay que levar anclas. En cambio, el Bayesian quedó anclado. Pero hay algo que se debe hacer incluso antes de que llegue el mal tiempo. En una casa, cuando llega la lluvia, todas las ventanas están cerradas. Lo mismo se debe hacer en un barco. Si todo en el Bayesian hubiera estado cerrado, no habría habido problema, está programado para afrontar cualquier ráfaga de viento. En cambio, se subestimó la situación y no hubo organización para hacer frente a la tormenta. Cuando llegó el mal tiempo, el barco se escoró y embarcó agua».
Los seis invitados del velero regresan a Londres
Los magistrados de Termini Imerese han autorizado realizar las autopsias a los siete cuerpos recuperados: el magnate británico Mike Lynch, su hija Hannah, de 18 años; Jonathan Bloomer, presidente de Morgan Stanley International, su esposa Anne Elizabeth, el abogado y exfiscal de Nueva York Chris Morvillo y su esposa Nada; y el chef Thomas Recaldo. Mientras tanto, los 15 supervivientes ya han separado sus destinos. Los seis invitados del velero propiedad del magnate Lynch partieron el domingo por la tarde hacia Londres en un vuelo privado desde el aeropuerto de Palermo.
Sin embargo, los nueve tripulantes supervivientes permanecen en el Hotel Domina Zagarella de Santa Flavia, municipio al que pertenece el puerto de Porticello. Además del capitán Cutfield, allí se encuentran el primer oficial Tijs Koopmans; Tim Parker Eaton, oficial de máquinas; Htun Myint Kyaw, contramaestre; los marineros Matthew Griffiths y Leo Eppel; y tres azafatas: Sasha Murray, Katja Chichen, y Leah Randall.
Ahora una prioridad, según la Guardia Costera, es sacar a la superficie el velero, que está en el fondo del mar, a 50 metros. Se deberá extraer el diésel de los tanques de combustible del Bayesian (puede transportar hasta 50 toneladas). La recuperación del yate ayudaría a los magistrados en la investigación y daría tranquilidad a los vecinos de la costa de Porticello, porque su bahía estaría más segura. La comunidad local ha sentido también la tragedia. Cientos de personas celebraron ayer en Porticello una conmovedora vigilia de oración con velas por las siete víctimas del Bayesian.
Dificultades con los buzos
Orlando Di Muro, 54 años, inspector de Bomberos, buzo de larga experiencia, que recuperó el primer cuerpo del yate hundido, ha explicado las dificultades que tuvieron los submarinistas para recuperar los cadáveres: «Los pasillos y los camarotes, aunque lujosos, son estrechos. Un colchón que está sobre una cama no se puede poner en el centro de la habitación si necesito avanzar, porque ocupa espacio y no se puede colocar detrás de mí porque ya no podría salir».
Asimismo, el inspector ha asegurado que «es necesario asegurar los objetos que tienden a flotar para evitar que se conviertan en un obstáculo. Luego hubo otro elemento que tuvimos que tomar en consideración. Como muchos barcos de lujo, el Bayesian también estaba lleno de cristales y espejos. Los reflejos creados por nuestras linternas y nuestras imágenes reflejadas en los espejos crean mucha desorientación. Por eso —añadió el buzo Di Muro—, es imprescindible avanzar con el hilo de Ariadna [llamado así por la leyenda de Ariadna, que dio a su amado Teseo un hilo de oro para que lo desenrollara a medida que ingresara al Laberinto y así no se perdiera al regresar] que, como en la leyenda, fijamos a lo largo del camino. Es un elemento objetivo muy útil si estás avanzando en un entorno desconocido. Lleva algo de tiempo colocarlo pero nos permite encontrar rápidamente la salida».
Al ser preguntado por La Stampa si tras su experiencia en la recuperación de los cadáveres tiene pesadillas, Di Muro, responde: «Sería poco creíble si le dijera que no […] Cada uno de nosotros adopta técnicas personales para no dejarse involucrar en el momento de la inmersión».
Fuente:abc.es
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