Una zódiac del patrullero Figueira da Foz transborda del pesquero que los rescató a los dos supervivientes del Carlos Cunha y el cuerpo del otro marinero. Dos pesqueros, un avión militar y el patrullero buscaron a los cuatro desaparecidos en el Carlos Cunha, que se fue a pique el 16 de diciembre a más de 200 millas al oeste de Aveiro.

Portugal vigilará con satélites la zona donde se hundió el Carlos Cunha, antes Siempre Casina. Ahora sobrevivieron dos de los siete tripulantes y en el 2005, uno de los nueve.

La Marinha Portuguesa ha suspendido este 18 de diciembre por la mañana la búsqueda de los cuatro marineros desaparecidos en el naufragio del Carlos Cunha, un palangrero portugués con Vila Praia de Âncora que se hundió a más 200 millas náuticas (unos 370 kilómetros) al oeste de la localidad lusa de Aveiro al amanecer del día 16. Dos pesqueros, un avión de la Fuerza Aérea de Portugal y la patrullera militar Figueira da Foz trataron de localizar a los pescadores, extendiendo el rastreo el día 17 a un área de más de 350 millas.

Los dos supervivientes y el cadáver del tercer rescatado por un pesquero en una balsa salvavidas han sido transbordados al buque militar, que los traslada a la base naval de Lisboa, donde prevé atracar a última de este jueves. La Marinha Portuguesa informa de que los dos marineros que han logrado salvarse fueron evaluados por el equipo médico del Figueira da Foz, y «no se identificó la necesidad de más atención médica».

Ahora, el Centro de Coordinación de Búsqueda y Salvamento Marítimo de Lisboa (MRCC Lisboa) mantendrá la vigilancia remota de la zona de búsqueda, utilizando recursos satelitales proporcionados por la Agencia Europea de Seguridad Marítima (EMSA), añade el comunicado de la Marinha Portuguesa. 

Han sobrevivido dos de los siete marineros indonesios que faenaban en el Carlos Cunha, un pesquero que empezó a faenar como Siempre Casina hace 26 años en el puerto lucense de Burela. En el 2005 naufragó al noroeste de Ribadeo, otro trágico siniestro en el que solo sobrevivió uno de los nueve tripulantes, el hijo del patrón. Entonces quedó flotando entre aguas, proa al sol, relativamente cerca de la costa, y fue remolcado a la ría de Viveiro, donde los buzos recuperaron del interior del barco los cadáveres de seis tripulantes. Los otros dos nunca aparecieron.

El 16 de diciembre del 2025 el Atlántico se ha tragado para siempre a un pesquero de casi 21 metros de eslora marcado por la tragedia. Como escribía en una red social José Pino, capitán de pesca jubilado y estudioso de la flota, adiós a un barco que por «los giros del destino, el mal fario, la casualidad, la causalidad o como cualquiera quiera considerarlo, dio de nuevo con sus cuadernas bajo el agua, esta vez definitivamente y llevándose otros cuatro desaparecidos y un muerto en su libro de bitácora».

Fuiente:lavozdegalicia.es