Crónica de la primera participación de un editor de tierra adentro en la procesión marítima. Jesús Blázquez (Cebreros, Ávila. 1962) es editor de Ediciones 98 (www.ediciones98.com), donde ha editado a diversos autores gallegos tales como Wenceslao Fernández, Álvaro Cunqueiro, Eduardo Blanco-Amor, Elena Quiroga, José María Castroviejo, entre otros autores españoles y extranjeros. También es autor del libro Unamuno y Candamo. Amistad y epistolario (1898-1936) y de diversos artículos históricos y de crítica literaria y traductor de diversas obras del portugués, el inglés y el gallego al castellano; así como editor literario de obras de Stefan Zweig, Pío Baroja, Ciro Bayo y Álvaro Cunqueiro, entre otros autores.

Es natural que José Dayán Mariño, al ser un Mariño de Lobeira, sobreviviese al naufragio del Ama Kukita. Como me enseñó Álvaro Cunqueiro, los Mariño gallegos provienen de la sirena que parió un hijo del francés Roldán en una playa de la ría de Arosa. Ese niño fue recogido y criado por pescadores e inició la marinera saga de los Mariño. Eso sí,  cuando naufragó el pesquero de Lekeito Ama Kukita frente a las costas de las Azores, José logró salvarse no solo por mor de ser descendiente de sirena sino también gracias a la mano que le tendió el caboverdiano Amaro —de quien no recuerda el apellido y no puedo informarles a ustedes en esta crónica—. Una mano salvadora que pudo ofrecer Amaro porque había acabado con la vida de un oponente poco tiempo antes en un combate de karate en Cabo Verde y decidió enrolarse en el Vierasa, el pesquero de matrícula viguesa que acudió a prestar ayuda al Ama KuKita.

José Dayán Mariño tenía diecisiete años cuando naufragó y lo hizo en su primera salida al mar en el barco patroneado por su tío Antonio Dayán Franco, conocido como Guariste. Cuando pregunto a José por el origen de su apellido Dayán me dice que lo desconoce, aunque asegura que los Dayán siempre estuvieron en la parroquia de Rigueira de Xove. Dado que soy curioso y que solo recordaba a un Dayán, en concreto al general Moshe Dayán de la Guerra de los Seis Días de 1967, me dispuse a averiguar algo al respecto del apellido. Resulta que en toda Galicia solo hay veinte Dayán, de los cuales trece están en Xove y son parientes entre ellos. Dicen los sabios que es apellido hebreo, por lo que una de dos: o los Dayán de Rigueira no fueron expulsados en 1492 por los Reyes Católicos o si lo fueron regresaron como sefardíes a Galicia. Ahí dejo el tema para que lo trabajen los académicos.

Sea cual sea el origen de los Dayán esta claro que emparentaron con los Mariño de la sirena varada en Arosa y llevan siglos establecidos en Rigueira. Esta parroquia que, aunque no está en la costa de Xove, sino en el interior, cuenta con un ochenta por ciento de familias marineras. Cuando conocí a José Dayán Mariño en el supermercado Claudio, que dirige en Mondoñedo y del que soy cliente, le pedí el favor de que me facilitase el acceso a alguna embarcación de Burela que participase en la procesión marítima de la Virgen del Carmen, —dado que también ha provisto de víveres a los pesqueros durante años—. José habló con su vecino de Rigueira el armador Raúl Canoura Salgueiro. Raúl es armador y patrón del Raúl Primero que participaba este año, como siempre lo ha hecho, en la procesión marítima de la Virgen del Carmen. José le dijo a Raúl que se trataba de un escritor que quería escribir algo sobre su experiencia. Al enterarme de ello tuve que acudir a mi amigo José de Cora para pedirle el favor de que me permitiera evitar el equívoco y descubrir el enjuague publicando este texto en El Progreso a fin de evitar que yo terminase lanzado por la borda en plena rasa cantábrica —esto es broma—. José de Cora se arriesgó y aceptó mi súplica, cosa que le agradezco ahora públicamente.

La tesitura de tener que escribir de asuntos marinos no era fácil para una persona nacida muy lejos del mar, en Cebreros (Ávila), que, si bien tiene a gala ser el pueblo natal del mejor presidente del Gobierno democrático, Adolfo Suárez, no se caracteriza por dar grandes ni pequeños marinos, como tal es mi propio caso. Aunque ahora que me acuerdo, creo que algunos cebrereños embarcaron en una de las carabelas de Colón cuando se descubrió América. En todo caso, debió de ser una inclinación marítima excepcional y efímera. Imagínense que tuve que acudir la noche antes de embarcarme a un maquetista de barcos mindoniense llamado Luis Salaverri, que cenaba en una barrica próxima a la mía en la Taberna do Valeco de Mondoñedo, para informarme de las partes principales de una embarcación para así poder preguntar al día siguiente con una mínima propiedad al armador Raúl Canoura Salgueiro.

Llegó el día de la procesión marítima de la Virgen del Carmen. Subí al pesquero Ramiro Primero, acompañado por el náufrago José Dayán, una hora antes del inicio de la misma. José me presentó a su paisano el armador Raúl Canoura, que nos esperaba en el puente de mando.

Enseguida cumplí con mi papel periodístico preguntando como buenamente pude al amable y paciente Raúl sobre temas que me resultaban curiosos y que yo desconocía por completo. Esta conversación me permitió iniciarme en asuntos propios de las gentes del mar que resultaron bien interesantes para un ignorante de temas pesqueros como es mi caso.

Me dijo Raúl que su padre Raúl Canoura, también nacido en Rigueira, se inició en la mar como cocinero. Perseveró en la vida marina hasta llegar a convertirse en armador. Su primer barco fue el Solabarrieta Arrizabalaga, un bonitero de madera adquirido en Bermeo en el año 1968 al que acortaron el nombre dejándolo en Solabarrieta porque les parecía largo el anterior. En ese barco embarcó Raúl con trece años como marinero, en 1973. Dos años después, Raúl ya ejercía en él como cocinero, con solo quince años. La familia a base de mucho trabajo y gran tesón marinero amplió su flotilla con el San Prudencio y con el Gran Mariñela en los años siguientes. Estos barcos faenaban fundamentalmente en el Gran Sol, especialmente en Escocia, pero también lo hacían en Inglaterra y algo menos en Francia. Los Canouro acumularon un profundo conocimiento de los distintos caladeros que permiten afirmar que el acervo pesquero familiar es uno de los principales entre los armadores gallegos. Paulatinamente pasaron de la pesca del bonito a captura la de la merluza de pincho.

En 1992, los Canouro desmantelaron el Gran Mariñela en los astilleros Astafer de Ferrol reconvirtiéndolo en el Raúl Primero. Al preguntarle sobre la razón de denominarle Primero me dijo que era con miras a disponer en el futuro de los subsiguientes ordinales en nuevos barcos.

La principal razón de Raúl Canouro para pescar merluza de pincho en Escocia es el deseo de excelencia, ya que allí las merluzas son de mayor tamaño. La pesca de merluzas que realiza es auténticamente artesanal. Desde el Raúl Primero se lanzan diez mil anzuelos diarios con cebo de sardina que deben ser colocados de uno en uno en unas jornadas extenuantes, en turnos de doce horas. El premio de tan ardua labor es capturar auténticas merluzas salvajes, mucho más sabrosas que esos salmones noruegos que pasan por salvajes sin serlo, ya que están producidos en piscifactorías marinas.

Los Canouro son unos pescadores artesanos que llevan pasando inenarrables fatigas en los fríos mares del norte de Escocia, —descargando semanalmente sus capturas en los puertos escoceses de Scrabster y Ullapool—, desde donde emprenden un largo viaje en camión frigorífico hasta España.

Esta familia de Xove, hecha a sí misma, también ha destacado por participar en la creación de la sociedad de armadores de Burela ABSA, de cuya fundación se cumplen ahora veinticinco años. Una sociedad anónima que mediante la inversión en la construcción de modernas instalaciones portuarias y la promoción del pescado de Burela ha convertido a este puerto en uno de los más destacados del Cantábrico.

Esta saga familiar se enfrenta ahora a una serie de problemas que alcanzan a todo el sector pesquero gallego. Raúl me dijo que faltan patrones cualificados, que el precio de la merluza ha bajado a casi un tercio del que alcanzó, a la par que el del combustible se ha multiplicado exponencialmente —el Raúl Primero tiene un depósito de unos 100.000 litros—, amén de arrostrar las campañas de publicidad tendenciosas contra la merluza realizadas por las empresas salmoneras, etc.

En estas conversaciones estábamos cuando zarpó el barco para acercarse al arrastrero O Cantiño que acababa de recibir a la Virgen del Carmen de Burela en su cubierta, escoltada por marineros que portaban enormes remos que depositaron junto a ella. Tras entonarse la hermosa Salve Marinera, soltó amarras el O Cantiño al compás de las gaitas que interpretaban el hermoso himno gallego compuesto por el mindoniense Pascual Veiga.

Se inició así la procesión marítima en la que el Raúl Primero ocupaba la segunda posición tras el O Cantiño. Sonaron las sirenas de los pesqueros y salimos a mar abierta escoltados por numerosas embarcaciones y alguna pequeña lancha pesquera.

Cuando llegamos a mar abierta el O Cantiño detuvo su derrota para rendir homenaje a la víctima del desgraciado accidente del sábado pasado en Burela mediante el lanzamiento de una corona de flores. Tras ello pasamos por estribor del O Cantiño para recibir la bendición del cura, seguidos por todas las embarcaciones que participaron en la procesión. Emprendimos rumbo a puerto y atracamos, dando así por finalizada la bella procesión que se llevó a cabo con una agradable brisa y una mar en calma.

Finalmente, el armador Raúl Canouro me mostró el interior del barco. Era la primera vez en mi vida que visitaba un pesquero. Quedé encantado con la gran limpieza y orden de los camarotes, de las salas de trabajo, del cuarto de máquinas, etc. Pero aún me encantó más conocer a estos gallegos amantes de su profesión, de sus tradiciones y tan grandes trabajadores que nos permiten disfrutar del pescado que consumimos gracias a su vida tan sacrificada. Una vida que estuvo a punto de perder José Dayán Mariño en aquel naufragio que no le impidió seguir trabajando en la mar. Evitemos que lleguen a su fin las actividades y tradiciones de estos hombres, tal y como parece anunciar el título del documental del hijo de Raúl Canuoro sobre la vida en la mar de su padre Fomos ficando sós, que se estrenará próximamente. Estos hombres merecen nuestro reconocimiento como consumidores y el máximo apoyo de las instancias públicas. No pueden sentirse solos, evitémosles nuevos naufragios.

Fuente:elprogreso.es