Los 19 tripulantes del «Playa Zahara Dos» están a salvo.
El pesquero vigués Playa Zahara Dos está hundiéndose en el Pacífico tras encallar en aguas del archipiélago de las islas Fiyi.
Propiedad de una armadora de Vigo, este palangrero tocó fondo en plena navegación sufriendo un agujero en el casco imposible de solucionar. Por fortuna, todos sus tripulantes, 19, han podido abandonar el buque antes de que comenzara a irse a pique.
Según fuentes de la Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi), la tripulación permanece alojada en un hotel de Fiyi mientras los responsables de su armadora está «acelerando» todos los trámites para que pueda regresar a casa, Galicia, a la mayor brevedad.
De momento se desconoce qué pudo llevar al buque hacia una trayectoria con riesgo de encallamiento. Botado en 2002, el Playa Zahara Dos tiene 37,5 metros de eslora y capacidad para 475 toneladas.
La mayor parte españoles
El subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Abel Losada, avanzó esta mañana tras el suceso que el barco pertenece a la pesquera Atlanterra, que tiene su domicilio social en Vigo aunque su puerto base se sitúa en Auckland (Nueva Zelanda).
«Parece que la tripulación se encuentra bien y pudo abandonar el barco, estamos hablando de un barco importante en términos de tamaño», indicó.
Conforme destacó Losada, de los 19 tripulantes del Playa Zahara Dos «la mayor parte son españoles», incluido el capitán. «El buque no ha llegado a hundirse sino que tocó fondo en un atolón y quedó varado. Abrió una vía de agua y se escoró”, abundó.
Rescate coordinado por la Armada de Fiyi
La Armada de la República de Fiyi, a través del Centro de Coordinación de Rescate (RCC), coordinó el rescate de los 19 miembros del Playa Zahara Dos, que encalló y volcó en aguas cercanas al norte de Kadavu.
Las autoridades expresaron su «inmenso agradecimiento» al Kokomo Island Resort por su ayuda en el despliegue de un equipo de voluntarios para apoyar el rescate de la tripulación, que había buscado refugio en dos balsas salvavidas.
«El pesquero español Playa Zahara Dos varó en la tarde de ayer en un atolón 34 millas al S de Suva en las islas Fiyi», señaló Salvamento Marítimo por su parte vía Twitter. El centros de coordinación de salvamento de Madrid colaboró en las operaciones.
El oleaje ha hecho que la embarcación quede atrapada en uno de los bancos de arena situados a apenas unos metros de la playa
Las rachas de vientoque durante todo el día están afectando la zona litoral de València ha provocado que una embarcación se haya acercado demasiado a la costa hasta el punto de encallar en la playa de Pinedo. Tal como confirman testigos presenciales, un yate se ha acercado demasiado a la costa y acabado encallando en los bancos de arena próximos a la playa.
Las imágenes tomadas por los vecinos de la zona y quienes han aprovechado la mañana en la playa confirman que poco a poco la embarcación ha ido acercándose demasiado a la costa hasta quedar totalmente a merced de las olas y el banco de arena situado a apenas unos metros de la playa. Tras comprobar lo ocurrido y alertados tanto por testigos han acudido rápidamente hasta el punto en el que ha encallado
la embarcación agentes de la Guardia Civil y también de la Cuz Roja por su hubiera heridos.
Por el momento, es pronto para saber si la embarcación se acercó demasiado a la costa por algún tipo de imprudencia o bien si, por el contrario, falló el sistema de anclado del yate y el barco perdió el control por el viento y el oleaje.
Se ha asegurado la zona para garantizar que nadie se acerque a la embarcación, y se ha notificado a las autoridades pertinentes para que estudien las formas para remolcar la embarcación mar adentro tras liberarlos del banco de arena.
Salvamento Marítimo (SALVAMAR) ha rescatado en la tarde de este lunes a una patera con 33 varones de origen magrebí que viajaban con rumbo a Canarias. Lo ha hecho después de que fueran recogidos en altamar por un carguero de contenedores de enormes dimensiones que hace la ruta habitual pasando por el Archipiélago y que se tuvo que desviar de su trayecto para acercar a estas personas.
Según la información aportada por el Consorcio de Seguridad y Emergencias del Cabildo lanzaroteño, todos son hombres y se encuentran en aparente buen estado de salud.
Fueron interceptados sobre las 16.30 horas, momento en el que se activó a la salvamar para que fuera a su busca y les recogiera del barco de mercancías. El barco acudió al rescate de la patera cuando la vio en lo que se supone que son aguas internacionales, toda vez que no está definida oficialmente la mediana entre Canarias y Marruecos, y contactó con Salvamento. Tras acercarse todo lo posible a la costa de Lanzarote, realizaron el trasbordo de los inmigrantes en una maniobra no precisamente sencilla.
Un velero a 3 millas del cabo Prior moviliza en A Coruña al Helimer 401 y a la Salvamar Betelgeuse.
Los dos tripulantes, que quedaron al pairo, fueron remolcados al puerto de A Coruña a las 12.21 horas de este martes después de dos llamadas de auxilio.
os navegantes a vela fueron auxiliados este martes con tres horas de diferencia por el Helimer 401 y la Salvamar Betelgeuse y remolcados finalmente al puerto de A Coruña pasadas las doce del mediodía.
El primer aviso llegó al Centro de Coordinación de Salvamento (CCS) de A Coruña a las 6.49 horas. Los dos tripulantes, a bordo del velero Windy, de 11 metros de eslora, pedían auxilio por problemas en la navegación. Desde la torre de control se movilizó al personal del Helimer, que despegó de Alvedro y llegó a localizar la embarcación pero, ante la decisión de los navegantes de continuar por sus propios medios, no culminó el rescate.
Tres horas después, a las 9.43 horas, el CCS recibió una nueva alerta. El Windy navegaba a 3 millas al oeste del cabo Prior cuando un fallo mecánico lo dejó al pairo. Sin viento, la tripulación pidió remolque a Salvamento, que envió en su auxilio a la Salvamar Betelgeuse. A las 12.21 estaban de regreso en Coruña.
Los pescaderos reclaman jubilarse antes, como otros trabajadores del mar.
Fedepesca presenta ante los ministerios de Inclusión y Trabajo la solicitud de que se les aplique un coeficiente reductor porque sus condiciones de penosidad son equiparables a las de otros colectivos.
Marineros, mariscadores, buceadores y redeiras pueden retirarse de la vida laboral con todos los derechos antes que otros trabajadores porque se les aplica un coeficiente reductor dada la especial penosidad o peligrosidad de la actividad que realizan. Así es que hay profesionales que han cotizado al régimen especial del mar (REM) jubilados con 55 años. Hay más colectivos que lo reclaman, como los guardacostas o los observadores científicos y ahora se han sumando a la demanda los pescaderos.
Fedepesca, la patronal de las pescaderías tradicionales, ha trasladado al Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y al Ministerio de Trabajo su solicitud de que se reconozca un coeficiente reductor de la edad de jubilación para el sector de comercio minorista de productos pesqueros, mariscos y congelados, dado que «considera equiparable la penosidad de las condiciones de trabajo con la reconocida a los trabajadores incluidos en el régimen especial de los trabajadores del mar.
Vale que no están a bordo de un barco en un medio hostil, ni separados durante meses de sus familias, pero entienden que en su trabajo concurren circunstancias que encajan perfectamente la descripción que hace la legislación española de las causas que permiten acceder a la llamada «jubilación anticipada por razón de la actividad»: «Aquellas de naturaleza excepcionalmente penosa, tóxica, peligrosa o insalubre, que acusen elevados índices de morbilidad o mortalidad, donde se acredite un período mínimo de actividad y las condiciones de trabajo no sean susceptibles de modificación».
Condiciones penosas
Entre las condiciones especialmente penosas y de riesgo que no imposibles de cambiar, Fedepesca cita el elevado esfuerzo físico que requiere el trabajo, debido a la realización de tareas continuadas de carga y descarga de elementos pesados, así como movimientos repetitivos, lo que supone riesgos de carácter postural. El peligro también viene de «la utilización de instrumentos de trabajo punzantes, susceptibles de provocar accidentes de trabajo tales como amputaciones o cortes»; es más, estos son «la causa principal de los accidentes de trabajo acaecidos en el sector».
Exponen además que deben realizar una larga jornada laboral, casi en su totalidad de pie, la cual se inicia de madrugada y lleva aparejada fatiga, estrés y falta de sueño. A la vez, las condiciones climatológicas del lugar de trabajo que tienen consecuencias directas en las articulaciones.
Fedepesca pone de manifiesto la elevada tasa de siniestralidad del sector. El 87,50 % de los accidentes se producen en el centro de trabajo habitual, en un sector carente de relevo generacional y donde la mayoría de los accidentes llevan aparejada la baja.
Asimismo, debido al envejecimiento del sector y la falta de relevo generacional, «es de suma importancia que se considere la necesidad de acceder a la jubilación anticipada por razón de actividad, en un sector en el que la tasa de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales se incrementa a partir de los 50 años», expone la patronal en sus argumentos.
El comercio marítimo internacional y el mundo cuentan con un gran aliado incondicional: la gente de mar. Es por ello que, en reconocimiento a estos protagonistas anónimos, la Organización Marítima Internacional (OMI) promulgó en la Conferencia de Manila del año 2010 el día 25 de junio como Día de la Gente de Mar.
Ellos constituyen un eslabón esencial en el desarrollo del comercio internacional, en medio de riesgos y restricciones que atentan contra el cumplimiento de su labor.
¿Quiénes conforman la Gente de Mar?
El término «gente de mar» se refiere al colectivo formado por aquellas personas relacionadas con la actividad marítima (comercio, transporte, acuicultura), dentro de una embarcación y los que brindan apoyo desde tierra:
Tripulantes de buques: en las áreas de cubierta (Capitán, oficiales, pilotos y marineros), máquinas (jefe de máquinas, oficiales maquinistas, mecánicos, electricistas, foguistas), comunicaciones (personal asignado a las instalaciones radioeléctricas y de sistemas de comunicación), administración (personal encargado de las tareas contables, servicios de alojamiento y alimentación de tripulantes y pasajeros), sanidad (Oficiales médicos, enfermeros y asistentes) y practicaje (personal dedicado al asesoramiento náutico y legal).
Personal terrestre (profesional y técnico) que ejerce funciones en jurisdicción portuaria.
Pescadores de altamar, entre otros.
Riesgos y dificultades que afronta la Gente de Mar
En el cumplimiento de su labor, la gente de mar está expuesta a los siguientes riesgos y situaciones:
Incidentes marítimos involuntarios que pueden causar daño ambiental o pérdidas de vidas, con posibles responsabilidades penales.
Dificultades para facilitar los cambios de tripulación en los puertos marítimos, debido a los protocolos establecidos en los diversos países y zonas geográficas que obstaculizan el relevo del personal marino.
Piratería, contrabando y trata de personas.
Campaña 2023: 50 años de MARPOL: nuestro compromiso continúa
Anualmente la Organización Marítima Internacional (OMI) divulga campañas de concienciación en apoyo a la labor desempeñada por la Gente de Mar.
En 2023 la campaña se centra en la contribución de la gente de mar a la protección del medio ambiente marino, en consonancia con el lema marítimo mundial «50 años del MARPOL: nuestro compromiso continúa».
El Convenio MARPOL es un convenio internacional para prevenir la contaminación por los buques ya sea por causas operacionales o accidentales.
La gente de mar pasa mucho tiempo en el mar y son una parte importante de la solución cuando se trata de proteger el medio marino. Como parte de la campaña, se pedirá a la gente de mar que compartan una imagen del medio marino que les rodea mientras están en el trabajo, para poner de relieve que merece la pena proteger el medio marino.
Campañas de años pasados
Campaña 2022: Tu viaje: antes y ahora. Comparte tu viaje
Para el año 2022 el lema de la campaña fue:»Tu viaje: antes y ahora. Comparte tu viaje».
Se trata de examinar los viajes de los marinos y cómo han ido evolucionando a lo largo del tiempo, y lo que sigue siendo igual en la realidad de la gente de mar, que podrán compartir con el mundo entero sus retos y sus problemáticas, lo que para ellos es importante.
En 2022 la OMI pidió a los marineros que publiquen dos fotos: una de su primer viaje y otra del más reciente, y que les digan qué ha cambiado. ¿Es el transporte marítimo más ecológico? ¿Es mejor la tecnología? ¿Has adquirido más competencias? ¿Qué has aprendido?
Campaña 2021: Un futuro justo para la Gente de Mar
Para el año 2021 el lema central de la campaña fue «Un futuro justo para la Gente de Mar» #FairFuture4Seafarers.
Con ello se pretendía sensibilizar a los gobiernos de todo el mundo a continuar brindando apoyo a la Gente de Mar durante la pandemia por COVID-19, abogando por un futuro más justo para ellos basado en:
Un trato equilibrado.
Condiciones de trabajo acordes con el Convenio sobre el Trabajo Marítimo de la OIT.
Formación justa.
Seguridad justa.
Por otra parte, se invitó a todas las organizaciones portuarias y empresas navieras a unirse a la campaña para brindar apoyo a toda la Gente de Mar, como muestra de agradecimiento por su invaluable labor.
Campaña 2020: La Gente de Mar son trabajadores clave
El lema del año 2020 fue «La gente de mar son trabajadores clave», motivado a su labor en el mantenimiento del flujo de bienes vitales (alimentos, medicinas, suministros médicos, entre otros), en el marco de la pandemia del COVID-19.
Con ello se pretendió que los Estados Miembros reconozcan a la Gente de Mar como trabajadores clave, esenciales en la lucha contra esta pandemia que ha afectado a todos los países del mundo, y que se les facilitara el apoyo logístico y la asistencia requerida para llevar a cabo su labor.
Esta campaña nos motivó a tratar a la gente de mar con dignidad y respeto.
Filmografía sobre la Gente de Mar
La labor de la gente de mar ha sido retratada en documentales, series y películas, mostrando su lealtad y su lado más humano en el cumplimiento de su deber. Mostramos a continuación algunos títulos para disfrutar en casa:
Underwater: Amenaza en lo profundo (EEUU. Director: William Eubank. Año 2020): en esta película de suspense, una tripulación de investigadores, que trabaja en una instalación submarina, se inunda debido a un terremoto. Deciden avanzar hacia una plataforma petrolífera abandonada, donde habitan unos extraños depredadores marinos. Gentes de la Mar (España. Director: Pedro Pablo Picazo. Año 2020): documental producido por la Consejería de Pesca, Ganadería y Desarrollo Rural del Gobierno de Cantabria. Muestra la vida de la gente de mar del litoral cántabro, así como su contribución a la evolución económica y social de su entorno. Polar Code (Organización Marítima Internacional (OMI). Año 2017): en este documental de la OMI muestra al buque Ocean Diamond en su travesía por la Antártida, abordando la preocupación internacional sobre la seguridad de la vida humana en el mar y la protección del medio ambiente. Asimismo, da a conocer el Código Polar, establecido en el año 2017.
Las Horas Contadas (EEUU. Director: Craig Gillespie. Año 2015): en el año 1952, una terrible tormenta sobre la costa este de Nueva Inglaterra, ocasiona daños irreparables a un buque costero. Miembros de la Guardia Costera intentarán rescatar a los 30 marineros atrapados en el buque, en medio de gélidas temperaturas. En el corazón del mar (EEUU. Director: Ron Howard. Año 2015): en el siglo XIX los tripulantes del ballenero Nantucket luchan por sobrevivir en altamar, después de sufrir el ataque de un cachalote gigante en el Océano Pacífico, quedando a la deriva durante tres largos meses. Teresa Sin Mar (España. Director: Francine Verdès. Año 2009): este polémico documental muestra la historia de seis tripulantes del barco «Teresa del Mar», abandonado por la empresa en el puerto de Barcelona en el año 2009. Decidieron ocuparlo para declararse en huelga y lograr sus reivindicaciones laborales.
Capitán de Mar y Guerra (EEUU. Director: Peter Weir, 2003): En el año 1805 un capitán británico y su tripulación son atacados sorpresivamente por el buque de guerra francés «Acheron». Después de un terrible ataque, el capitán Jack Aubrey se obsesiona con derribar a la poderosa fragata francesa.
«La hemeroteca desmonta sus infundadas acusaciones»
José Antonio Hernández, el onubense que pasó de náufrago a rescatador en Salvamento Marítimo
Fue uno de los cinco supervivientes del naufragio del ‘Peix de Mar Siete’ en Agadir (1998), donde fallecieron 10 marineros, siendo rescatado por Salvamento Marítimo, donde trabaja desde el año 2000 como tripulante de la Salvamar Alkaid, con base en Mazagón, en la que se dedica ahora a salvar personas en la misma situación que el sufrió hace ya 26 años
Corría el mes de marzo. El agua estaba muy gélida, y sentía mucho frío. La situación era muy incierta, y tenía miedo. Pero también había un hilo de esperanza, y él nunca la perdió. Se trata del onubense José Antonio Hernández Fernández (45 años), uno de los cinco supervivientes del dramático naufragio del buque arrastrero Peix de Mar Siete, donde fallecieron una decena de marineros entre el 15 y el 18 de marzo de 1998, a unas 45 millas al Noroeste de las costas de Agadir (Marruecos).
Veintiséis años después, el frío, el miedo y la esperanza -que nunca perdió-, son los tres principales recuerdos y sensaciones que asaltan al marinero onubense al ser preguntado por el fatídico suceso. Ha pasado página. Sólo tenía 21 años. Y prefiere mirar hacia delante y pensar solo en como rescatar a aquellos que ahora pasan por lo que él pasó. Y es que, sin alejarse del mar, la vida de José Antonio Hernández Fernández dio un giro de 360 grados en el año 2.000, cuando decidió pasar de ser rescatado a rescatador y se integró en la tripulación del Salvamar Alkaid, un buque de Salvamento Marítimo con base en Mazagón.
Pero una cosa es pasar página y otra muy distinta olvidar… Y José Antonio no ha olvidado. De hecho, aún recuerda con nitidez muchas de las cosas por las que pasó como consecuencia del repentino naufragio del Peix de Mar Siete entre la noche del 15 al 16 de marzo y el día 18 del mismo mes, cuando fue rescatado. Unos días terribles, en los que pasó más de una hora encerrado en el buque cuando éste se dio la vuelta, así como 12 horas más sobre la quilla, y otras 14 o 15 a flote en medio del mar cuando el mar se tragó definitivamente el barco. Sin duda, los peores días de su vida, en los que sólo contó con la ayuda de sus ganas por vivir, la de un aro salvavidas y la del aliento que se dieron los supervivientes entre sí durante el percance.
«Todo sucedió rapidísimo», recuerda José Antonio. Apenas llevaban unos 20 días a bordo del Peix de Mar Siete, un buque arrastrero de unos 32 metros de eslora con dos grandes brazos y una red en cada uno de ellos. «Estábamos al marisco, sobre todo al langostino, era de noche y había luna llena». La tripulación la integraban 15 marineros: 10 marroquíes y 5 españoles.
Yo estaba de guardia de máquinas. El mar estaba relativamente calmado porque no había temporal, y hacía mucho frío. El agua estaba a unos 16 grados centígrados. De repente, sobre las 23:30 horas, el arte de babor se enganchó en el fondo y tiró del barco hasta que se dio la vuelta».
Fue todo tan rápido que no dio tiempo a parar máquinas, a saltar la radiobaliza o a sacar las balsas salvavidas. José Antonio estaba con el jefe de máquinas en la zona de proa, y «al empezar a escorar corrimos hacia la popa atravesando varios pasillos y la cocina. Llegó un momento en que íbamos andando por las paredes de lo tumbado que estaba el barco hasta que, por un ojo de buey, pude ver como entraba agua por los portillos. Hasta entonces no entendí la gravedad de la situación y, por mucho que corrí, no logré salir a cubierta antes de que el barco se diese la vuelta, quedando quilla al sol».
Comenzaron los momentos más angustiosos: «nos quedamos atrapados allí varios tripulantes». Recuerda que había entrado mucha agua, que el interior estaba muy oscuro, y que solo se reconocían por las voces. Fuera, afortunadamente, la visibilidad no era nula al haber luna llena.
sí estuvieron más de una hora, durante la que «no sentíamos ni frío al estar muy alterados, nerviosos y angustiados. En esos momentos tu mente está solo ocupada en buscar la forma de salir de ahí«.
El marinero onubense recuerda que fueron momentos «muy duros y complicados», ya que «estás sin luz y en el barco todo queda del revés: lo que es babor pasa a ser estribor y lo que es el suelo se convierte en techo, lo que nos desorientó muchísimo en la búsqueda de una salida». «Son momentos muy malos -insiste- porque te ves atrapado y sabes que el barco se puede hundir de un momento a otro».
Para mayor angustia, José Antonio intentó primero salir por uno de los desagües que ese tipo de buques tienen en la cubierta con unas tapas que se abren para que salga el agua, «pero solo pude sacar el cuerpo hasta la cadera».
Los minutos pasaban mientras intentaban orientarse unos a otros, hasta caer en la cuenta de que para salir había que bucear. No obstante «cuando lo intentaba me topaba con el suelo, que en realidad era el techo. Yo creía que buceaba hacia la salida, y resulta que iba en el sentido contrario, hasta que, desde fuera, un compañero que ya había logrado salir me fue orientando».
Solo habían salido siete de los quince tripulantes, entre ellos José Antonio. El resto no lo logró. La siguiente dificultad fue subirse a la quilla, que según recuerda el onubense «era muy grande y totalmente lisa, aunque finalmente lo logramos ayudándonos unos a otros».
Allí estuvieron unas doce horas, en las que, además del frío, al que hicieron frente apiñándose entre ellos como «sardinas en lata», lo más angustioso fue que, en mitad de la noche, «nosotros podíamos ver perfectamente las luces del resto de barcos que faenaban en la zona, pero ellos a nosotros no, así como tampoco nos escuchaban a pesar de las numerosas voces que les dimos. Algunos llegaron a pasar muy cerca, pero nada».
«Así estuvimos hasta el amanecer. Recuerdo que con las primeras luces del alba vimos que un pesquero cogió rumbo hacia nosotros. Pensamos que todo había acabado y nos animamos, pero de repente, cuando estaba a pocas millas, cambió repentinamente el rumbo. Después supimos que creyeron que se trataba de un buque de la Armada Marroquí haciendo maniobras por el color gris del Peix de Mar Siete«.
Fue un jarro de agua fría y los ánimos volvieron derrumbarse. A ello se suma que el casco se iba hundiendo poco a poco, hasta que llegó un momento en que tuvieron que lanzarse al mar para retirarse lo más posible del barco para evitar sufrir daños por los objetos que suelen salir a flote en los momentos posteriores del hundimiento, normalmente con mucha fuerza por la presión.
Una dificultad iba solapando a la anterior. Ahora había que mantenerse a flote. El hundimiento definitivo se produjo entre las 13:00 y las 14:00 horas del día 16. Lo único positivo, que aún era de día y que ya se habían iniciado las labores de búsqueda.
Pero José Antonio aún estaría así durante 14 horas más. Solo había que aguantar. Fueron las horas más difíciles y se hicieron eternas. Un periodo en el que fallecieron ahogados dos de los siete supervivientes, uno de ellos muy poco tiempo antes de ser rescatados.
«Entonces sí recuerdo que pasamos mucho frío, y en mi caso más -subraya José Antonio- porque al estar en la sala de máquinas en el momento del incidente yo estaba en pantalón corto y camiseta. Después, afortunadamente, un compañero me dejó un pantalón gordo de frío, de los que se usan en la bodega del barco».
Tras el hundimiento salieron a flote varios aros salvavidas. El marinero onubense se asió a uno de ellos. Otros pudieron subirse sobre varios palés de madera y bidones que también afloraron a la superficie. La costa «se intuía a lo lejos, pero era imposible llegar nadando hasta ella, estaba a unos 20 kilómetros». Además, prosigue, la deriva los dividió en dos grupos, en uno los tres españoles que entonces quedaban con vida, y por otra los cuatro marroquíes.
Siguieron pasando las horas, a la deriva, muy nerviosos, con mucho frío e intentando siempre hablar entre ellos para no quedarse dormidos. Al atardecer, con los ánimos ya muy bajos, «empezaron los calambres en las piernas y el agotamiento era extremo». «Teníamos que aguantar y no parar de movernos para no perder mucha temperatura corporal y para no quedarnos dormidos».
«Después supimos que, desde pasado el mediodía del 17 de marzo, al no responder a las llamadas y no presentarnos en un intercambio previsto con otro barco de la empresa, comenzó la búsqueda por parte de los otros buques de la empresa que faenaban en la zona y de servicios de salvamento españoles y marroquíes. Recuerdo como ya de noche veíamos dos aviones, uno español y otro marroquí, lanzando a lo lejos luminarias para intentar localizarnos, así como muchas luces de los barcos que nos buscaban por la zona».
El grupo de marroquíes fue hallado sobre las ocho de la tarde del día 17, mientras que los españoles fueron localizados sobre las dos de la madrugada del día siguiente. «Nos recogió el pesquero marroquí Abdelmar II. Yo me pude subir a bordo por mi propio pie, pero tuvieron que lanzarse al agua para sacar a mi compañero, el patrón de costa, que estaba extenuado.
Cuando lo rescataron estaba a punto de sufrir una grave hipotermia. Tenía apenas 33 grados de temperatura corporal, y eso es estar en el límite entre aguantar y no aguantar, a lo que le ayudó, asegura, «la juventud, que te hacer ser más fuerte físicamente».
En dicho barco los ducharon con agua caliente y les prestaron los primeros auxilios hasta que, finalmente, los trasladaron en un helicóptero Helimer hasta Recife (Lanzarote). Fue la primera vez que José Antonio se subió a un medio de transporte de Salvamento Marítimo… sin saber que no sería la última…
CAMBIO DE RUMBO…, CAMBIO DE VIDA
Tras el incidente, José Antonio siguió varios años más en la misma empresa, aunque en tierra, reparando motores, hasta que se enteró de que Salvamento Marítimo buscaba un tripulante para uno de sus barcos de rescate. No se lo pensó. Fue en el año 2000. Desde entonces su vida ha dado un vuelco, pasando de ser rescatado, a rescatador.
En este sentido, y en declaraciones a este periódico, el marinero onubense señala que se trata de una labor «muy bonita cuando salen bien las cosas, rescatas personas y salvas vidas, pero también muy angustiosa cuando buscas a alguien sabiendo por experiencia propia lo mal que se pasa cuando esperas ser rescatado tras un incidente en el mar».
Pero José Antonio prefiere quedarse con la parte buena de su actual trabajo, y pensar que «la gente, como fue mi caso, te agradece eternamente que les hayas salvado la vida. Es algo que nunca se olvida». «Entre rescatado y rescatador -prosigue- se crea un vínculo y una afinidad que no puedo describir con palabras y que dura toda la vida. Yo he rescatado personas de Huelva con la que, a pesar de los años, sigo manteniendo contacto. Como me pasa a mi con quienes me rescataron hace ya 26 años, no paran de agradecérmelo. Y eso es una experiencia bonita, satisfactoria y muy conmovedora».
Dada su experiencia, una cosa que tiene muy clara el rescatador onubense es la «empatía» que hay que tener hacia las personas rescatadas, que según describe suelen estar muy nerviosas y asustadas. «Hay que cuidarlos, abrigarlos, mimarlos, hablarles mucho y, en definitiva, tener mucha delicadeza con ellos porque, por poco grave que haya sido su situación, lo más habitual es que lo hayan pasado bastante mal».
«¿Qué con que me quedo de todo esto?» responde con mucha seguridad José Antonio a nuestra pregunta con otra pregunta: «pues con la esperanza que nosotros nunca perdimos. Siempre tuve la esperanza de que alguien nos encontraría y nos sacaría de allí, y pensar en ello me da mucho ánimo cuando nosotros buscamos a alguien con dificultades en el mar»
Los bajos salarios y las horrendas condiciones laborales en los barcos pesqueros, las piscifactorías y las plantas de procesamiento tienen un grave impacto en la vida diaria de los trabajadores y sus familias, ha informado este jueves la relatora especial* de la ONU sobre del derecho a la comida, Hilal Elver, al Consejo de Derechos Humanos.
“La mayoría de los 120 millones de personas que trabajan en el sector pesquero, a menudo expuestas a condiciones peligrosas y que trabajan hasta 20 horas al día, no ganan un salario digno. Por lo tanto, no satisfacen las necesidades básicas de sus familias, incluidos alimentos, ropa, vivienda, educación y atención médica «, destacó el experto.
Alrededor de 24.000 trabajadores de la industria pesquera mueren anualmente, y muchos más resultan gravemente heridos, incluso de modo permanente.
Las personas que trabajan en piscifactorías sufren a menudo graves problemas de salud debido a la exposición a sustancias químicas tóxicas. Sin embargo, ni ellos ni sus familias reciben compensación alguna porque tienden a trabajar de manera informal fuera de los planes nacionales de protección laboral y social, lo que hace que las familias caigan en la pobreza.
Las mujeres y los niños son invisibles en el sector pesquero
«Las mujeres trabajan en empresas procesadoras de pescado, pelan camarones congelados sin ningún tipo de protección durante numerosas horas al día, en entornos húmedos y con salarios mínimos, la mayoría de las veces incluso como miembros de la familia sin remuneración», dijo Elver.
Añadió que, además, se les pide a los niños que trabajen para ayudar a sus familias en la búsqueda de alimentos, pero que a menudo son explotados como mano de obra barata en los barcos de pesca, sin tener en cuenta los peligros que comporta el trabajo.
Los casos de abuso físico y de explotación laboral en el sector pesquero son generalizados. Los trabajadores migrantes en particular suelen ser objeto de trata y se ven obligados a trabajar en barcos de pesca.
«Estos trabajadores permanecen atrapados en el mar durante años, sin paga y sin contacto con sus familias», agregó Elver, quien explicó que “apenas obtienen suficiente comida para comer” o “el capitán los golpea si piensa que no están trabajando lo suficiente, y en casos extremos, son abandonados en un puerto extranjero o incluso arrojados por la borda«.
Los Estados deben proteger a los pescadores
La relatora especial pidió a los Estados a cumplir con sus obligaciones legales de respetar, proteger y garantizar el derecho a la alimentación de las personas que trabajan en el sector pesquero.
Para hacerlo, deben fortalecer la protección legal de esos trabajadores, mejorar sus inspecciones de trabajo, investigar adecuadamente las denuncias de abuso y garantizar que las víctimas de los excesos puedan obtener los recursos adecuados.
«La creciente demanda mundial de productos pesqueros baratos de gran disponibilidad, en particular el salmón, el atún y el camarón, representan un factor común en la búsqueda continua de mano de obra barata en el sector», concluyó la experta.
«Todo el mundo, incluso los consumidores, deben ayudar a mejorar la situación de los trabajadores de la industria pesquera, por ejemplo, comprando pescado cultivado o capturado localmente por pescadoresa pequeña escala/artesanales».
Los Grupos de Trabajo y los Relatores Especiales forman parte de lo que se conoce como los Procedimientos Especiales del Consejo de Derechos Humanos. Procedimientos especiales, el cuerpo más grande de expertos independientes en el sistema de derechos humanos de la ONU, es el nombre general de los mecanismos independientes de investigación y supervisión del Consejo que abordan situaciones específicas de países o problemas temáticos en todas partes del mundo. Los expertos en procedimientos especiales trabajan de manera voluntaria; no son personal de la ONU y no reciben un salario por su trabajo. Son independientes de cualquier gobierno u organización y sirven en su capacidad individual.